Nota: Nueva York son tantísimas cosas a la vez que me mareo sólo de pensarlo así que he optado por hacer una transcripción casi literal de lo que se me viene a la cabeza al pensar en esa ciudad que viví durante 3 meses y en la que dejé una parte de mí olvidada a propósito para tener que regresar a buscarla.
Nueva York son hot bagels, unos panecillos calientes a los que yo añadía mantequilla y que sólo se puede describir como "Mmm". Con ellos desarrollé un ritual semejante al de la tostada, tomandome antes la parte de abajo que la de arriba y así empezaba el día. Son cafés terribles (o incluso peores) y gigantes que bebo con pajita. Es un cartel en cada baño que reza "Employees must wash hands" (los empleados deben lavarse en las manos).
Es la demostración de que las cosa bien hechas, por absurdas o simples que parezcan, triunfan. Son pequeñas cosas que allí son grandes. Detalles. Cosas hechas con gusto. Cosas bien hechas. Con cuidado.
Nueva York consigue quitarle mérito a las películas de Woody Allen. Porque te convences de que rodadas en Torremolinos no habrían tenido el mismo éxito. Porque, aunque típico, es cierto eso de que la ciudad es un personaje en sí mismo.
Nueva York son edificios, gente, taxis y el metro.
El subway. Es perderse y confundirse en él a pesar de la tipografía Helvética tan clara. Son pasadizos. Es una rata en las vías. Mariachis, cantantes y músicos en general interrumpidos por el rugir de los trenes. Es Local y Express. Es Nicolás atrayendo la atención del vagón con sus gestos de victoria y su sonrisa de cuatro dientes.
El metro es silencio en la vuelta a casa. Las cabezas de ellas apoyadas en los hombros de ellos y la mía reposando en mis manos o en la barra mientras lucho por no quedarme dormida. Es escuchar la misma voz que siempre advierte "stand clear of the closing doors please" Es llegar a la parada de Times Square y que te recite las posibles conexiones como si del abecedario completo se tratase.
Nueva York es grande. Todo. Las raciones, los edificios, las calles, los alquileres...pero no las casas.
Es tener que cruzar calles tantas veces al día que al final lo haces en rojo.
Es la calle Broadway. Pasear por ella con Nicolás. Con el carrito mágico que lo duerme. Es mi calle. Y a veces pienso "si sigo todo hacia arriba llego a casa"...pero claro, son 6 kilómetros...
Son pasos de cebra con semáforos en los que hay un hombre blanco y luego una mano roja parpadeante que no te dejan decir "pero si esta en verde!!" porque el hombrecillo es blanco y la mano es roja. Son calles con parches en las aceras. Calles hechas a cachos como la propia ciudad. Calles indicadas. "One direction". Es una ciudad, pero son coordenadas. Son números y tipografía.
Es entrar en las tiendas y que te reciban con una enorme sonrisa. Son tiendas especificas sobre temas específicos y que duran meses. Y cambian. Como todo aquí. Son compras, compras, COMPRAS. Es sentirse estafada en una tienda de cámaras y tecnología que se anuncia con neones rojos en Times Square.
Son dos tórtolos abrazados haciéndose una autofoto que sentaría mal a cualquier diabético. Son personas fotografiando lo mismo que yo semanas atrás y ahora al pasar me pregunto si sucederá algo distinto para que haya tanto revuelo. Pero lo que pasa es Nueva York.
Es brunch, café y paseo. (Y esto es felicidad)
Son limpia-platos que hacen un descanso para el cigarro con el mandil todavía puesto y el pañuelo en la cabeza. Son todas las imágenes que tienes preconcebidas sobre ella. Es dar un paseo sin rumbo. Es acabar en Houston una vez más y volver a esa parada en la que tantas veces aparecí. Volver a ese lío de calles que se extiende por debajo de la calle 8.
Son distancias engañosas. Es caminar. Mucho. Caminar. Sin rumbo. Es ser arrollado
por una bicicleta. Es escuchar español a miles de kilómetros y que no te extrañe. Es acabar en lugares extraños. Es acabar siempre
en Bowery y nunca acordarse dónde está el metro. Es estar en el East side y tener que ir al West side. Y que sea un problema.
Nueva York es vertical pero no horizontal.
Son museos.
Son pintadas. Son obras de arte. Obras de arte que no lo son.
Son lucecitas de navidad puestas en los arboles con buen gusto. Es nieve puesta en los arboles con buen gusto.
Nueva York son visitas que alegran y te recuerdan que tú en realidad eres otro tú más allá del Atlántico.
Son "En serio" que se transforman en "Really?" y "Madre mía" que lo hacen en "Oh my God"...
Es no haber ley. Es que haya demasiadas leyes. Leyes no escritas. Leyes que te van a explicar muy educadamente. Son tips y taxes o lo que es lo mismo, paga mucho más de lo que refleja el precio. Son restaurantes bien puestos. Caros y de calidad media, pero bonitos.
Cada noche la ciudad renace. Se viste de un luto elegante, misterioso y magnético.
Nueva York es alcohol caro y mal puesto. Son cócteles caros y bien puestos. Son terrazas imposibles, impresionantes e increíbles. Es tomarse una copa viendo el Empire State.
Son Hammers y limusinas por Times Square. Tantas que pierden todo su glamour. Son discotecas con con vistas a ríos y edificios iluminados.
Son obras. Y más obras. Obras permanentes. Perpetuas.
Parches, socavones, desniveles. Asfalto que no encaja. Con baches. Obstáculos.
Nueva York es contraste de zonas. De una calle a otra. Es contraste de gentes. Es contraste en general. Con edificios altos, edificios bajos, gente joven y extravagante, gente vieja de otra época. Gente rica. Gente pobre. Gente educada, gente amable, gente durmiendo, gente esperando, gente sola. Gente con la mirada perdida, escuchando música, leyendo, en los museos, en las calles. Gente comprando. Gente viviendo o sobreviviendo. Gente corriendo. A todas partes. A todas horas. Es gente guapa, gente fina, gente bien vestida. Gente rara. Son punkis, rastafaris, runners, nannys, brokers, yuppies, chinos, negros, judíos, pakistaníes, blancos, rubios, morenos, pelirrojos, altos, bajos, gordos (muy gordos). Todos. Tantos...
Y es que esto no deja de ser una isla con edificios altos y demasiada gente donde si no encuentras dónde sentarte buscas un sitio y da igual dónde esté, porque será tuyo.
Son paisajes urbanos. Es EL paisaje urbano. Vistas de cemento.
Son edificios majestuosos con toldos señoriales y doormans (que no doorwomans) engalanados que abren puertas y ayudan con las bolsas de la compra.
Son edificios importantes donde se toman decisiones importantes con gente importante que va con trajes de un precio importante.
Son edificios nuevos, viejos, en ruinas, bonitos, preciosos, feos,
de formas extrañas y de diseño.
Son puntas de edificios iluminadas. Relojes iluminados. Ventanas con luz. Son historias. Historias que brillan más o menos pero todos tienen una. Y si no te la inventas.
Nueva York son ideas. Ideas. Cientos, miles, millones de ideas. Algunas triunfan y muchas fracasan.
Son puertas giratorias. Escaleras de incendio en las fachadas de los edificios (marca de la casa) Banderas de Estados Unidos. Es caminar sin rumbo. Es no diferenciar un sábado de un domingo. Perros vestidos como personas y personas vestidos como perros. Comida rápida en todas partes, de todas las nacionalidades. Son 900 canales y nada en la tele. Son compras. Son cafés con encanto y manteles de cuadros. Bicicletas. Luminosos. Son escaparates tentativos y precios prohibitivos. Son gangas. Son cafés enormes y aguados. Es comer sin parar. Es parar a descansar en un Starbucks y de paso conectarte con el mundo gracias a su Wi Fi generosa. Son tiendas bien puestas, es tipografía bien puesta. Son carritos con sombrilla vendiendo comida cochina en la calle. Son taxis. Son etnias. Es gente dispersa. Dispar. Diferente. Diferida. Es todo abierto 24 horas. Es fluido...pero con obstáculos. Son surtidores de agua. Los Bomberos y su ruido. Es pizza. Sin duda es pizza. Son acentos. Son gorros y pelos distintos. Son carteles. Publicidad. En realidad toda la ciudad es publicidad de sí misma continua. Son eventos en todas y cada una de las esquinas. Son colas de espera. Bocinazos. Farolas que faltan. Calles con poca iluminación en las que sin embargo te sientes segura. Son camareros que cobran tips. Trafico. Olores. Son luces de neón, luces de cocina, luces íntimas e indirectas. Es no ver lo que estás comiendo. Son arboles que cambian con las 4 estaciones. Son charcos que no se secan. Son mesas pegadas unas a otras. Son nombres que te suenan de siempre SoHo, TriBeCa, Chelsea. Es nieve, es lluvia, es sol, es calor. Es estar rodeado de gente y muy solo. Son puestos de "nuts 4 nuts" que hacen que la calle huela a miel tostada. Son puestos de comida indescriptible que hacen que la calle huela indescriptiblemente (mal). Son objetos indescriptibles, como la ciudad. Son pastelerías, de eso son los reyes. Reyes en edulcorar, para comer y para decirte las cosas. Es un autobús de colegio amarillo. Son recreos en la calle que cortan para los niños. Son cosas exquisitas. Tiendas gourmet. Terrazas delicadas. Son pivotes naranjas en la calle. Alcantarillas de las que sale un humo sospechoso. Son tiendas de arte en las que quiero todo. Todo. Son tachuelas, abrigos y botas. De todos los tipos y colores. Son películas. Son fotogramas en la memoria. Son rodajes. Son bancos. ATM machines. Metro card. Es una ciudad para adultos donde se cuelan niños. Es cultura hecha de la nada. Cultura prefabricada. Directa a los ojos. Como esos carteles enormes que te comen.
Es hablar solo. Ah! no, espera que tiene un pinganillo. Soy yo hablando sola entonces.
Es todo. Es nada.
Es una ciudad. Es LA ciudad.
Son notas, momentos y lugares.
Arboles, calles, cemento mal puesto, adoquines, basura, luces, taxis, obstáculos. Gente
Y taxis. Más taxis. Obras. Basura. Gente. Taxis.
Nueva York son luces y es basura.
Son contrastes.
Es hacer todo más atractivo en una ciudad que se cae.
Es buscar lo cool en lo decadente. En lo caro. En lo incómodo.
Es hacer las cosas bonitas y apetitosas.
Es aparentar.
Es gente.
Son caras. Caras sin cara. Gente etiquetada y lista para comer(sela). Y yo qué era? Española. Toca volver. A casa.
Nueva York es irse.
Es inspirarse. Vivirlo. Sentirlo. Olvidarse. E irse.
Es irse sabiendo algo seguro: que vas a volver. Volver para reencontrarte con todos estos rincones que un día descubriste y otro día dijiste "anda pero si aquí ya estuve". Esos rincones familiares. Porque en Nueva York te integras aunque sea tan individualista. O tal vez gracias a eso. La haces tu ciudad. Es de la talla de cualquiera.
Es dar un último paseo volviendo a casa en una noche húmeda con buena temperatura, avanzándome el tiempo que voy a encontrar en Vigo.
Es decir...hasta pronto Nueva York, ha sido un placer!
Y son fotos! Casi 3000.
De todo tipo. En todas partes.
Es dejar de fotografiar monumentos y empezar a hacerlo a la gente.
Es la hora de volver.