ALGUNAS PEQUEÑAS COSAS QUE HACEN QUE LA VIDA VALGA LA PENA (VOL XXX)

Anteriores ediciones  aquí (hacia abajo)
 

Las risas que nos salen con las frases para ligar que han tenido éxito…y las carcajadas con las que no!

Descubrir cosas del día a día que hacías mal como que el cartón de leche hay que servirlo con el tapón hacia arriba para que no salpique

Caer en la cuenta de que no vas a volver a tener 20 años y alegrarte por ello

Las impresoras 3D que fabrican prótesis de manos y brazos ortopédicos

Una entrevista interesante a un personaje que no te lo parecía tanto y te sorprende 

Cuando por fin se te destaponan los oídos

Cuando tu amiga pregunta “Qué le contesto a esto?” y empiezan las opiniones de todo tipo, desde los "Nada" o “Mándalo a la mierda!” hasta los “Dile que quedáis mañana!” 

Alargar los domingos por la mañana entre las sábanas

Que la gente me mande fotos cuando ve mi moto en la calle

Niñas pequeñas jugando al voleibol en la calle utilizando a un niño aún más pequeño como red. Y lo atento que está el pobre...

Que mis amigas sigan anunciando bodas y empiecen a anunciar embarazos

Que Blanca se pida estar embarazada para que le hagamos caso en las peticiones para cenar

Mi prima Chiqui explicando lo importante que es la parte humana en su profesión de oncóloga 

Cuando en un concierto te vibra todo por dentro con los bajos

La frase "fuimos de barra en barra y de birra en birra" que define tan bien los mano a manos nocturnos en los que sólo se habla. Mucho

Quedar con alguien y que te haga reír hasta que te duela la barriga

Las discusiones incriminatorias por ver quién se comió la última palmerita

Quitarte la ropa rápido dejándola por donde cuadre para meterte en la ducha caliente cuando has llegado a casa hecho una sopa por culpa de esas lluvias primaverales

Encontrar a tus amigos cuando llevabas un tiempo perdido en un festival

Los chistes malos que me mandan por whatsapp y con los que me río en alto 

Los campos amarillísimos de colza en la A6

Ver al señor de gafas oscuras por el suelo jugando con sus nietos y pensar "pero este era el señor que me imponía tanto cuando se enfadaba?"

Las fotos desde el aire a vista de pájaro

Que la señora que calceta me reciba y me despida con huevos fritos con arroz y salsa de tomate natural

Que Martina vea el retrato que me pintó la tía Toya cuando tenía 3 años y diga que es ella

Una terraza de Madrid y una comida con amigas que deriva cena en la que cantamos a grito pelado todas las canciones de adolescentes que aún nos sabemos de memoria

Analizar, cantar y flipar mucho con este vídeo 

Volver a jugar al 21 con Juanqui, Lucho, Diegas, Boryi y Manute como cuando éramos pequeños sólo que esta vez había cervezas por la cancha. Que se rían de lo mala que soy, se sigan picando entre ellos y consigan dejar a 0 al siguiente con los consecuentes "ooohhhhh!!! Booooom" 

Y recordar todas las veces que nos caímos, nos pegamos o la liamos en Castrelos o en las meriendas de los jueves en casa de la abuela Nené

En un semáforo ver a un grupo de niñas de unos 13 años cruzando con sus faldas remangadas, sus melenas largas y sus mochilas de marcas de surf que podíais ser perfectamente tus amigas y tú a la salida del colegio hace 15 años. Ver cómo se empiezan a dar codazos y a mirar hacia atrás con risas nerviosas. Darte cuenta que unos pasos más atrás caminan con actitud chulesca dos chicos de un par de años más que ellas con su pelo de lado que te recuerdan a aquellos por los que suspirabas y de los que hoy en día piensas “Madre mía filliño…con lo que tú eras!”. Reírte en alto y que en de la bicicleta de al lado te mire…pero es que inevitablemente, la historia siempre se repite

El subidón de Miña terra gallega de Siniestro Total  que ahora también me provoca Cantiga de Juan C de Triángulo de Amor Bizarro porque “Eu só euro voltar…á miña terra gallega eu quiero volar”

Que si buscas Morriña en Google imágenes salga un dibujo de unapiranha 

VIVIR DOS VECES

Estar lejos de casa es un dolor. Por eso intentas venir para no olvidarte de las cosas buenas que tienes a 600 km de distancia. Así que vuelves a Vigo que se vistió de azul con un Sol que decidió acompañarte hasta la playa. Esa que soñabas cada día alcanzar como dice la canción. Y como te dejaste el móvil en casa, la desconexión es total y literal. Intentas dormir y encajar el puzzle que es la noche anterior. Desistes. Atiendes a la conversación de "candrejoz y caztillos" que tienen al lado. Y te preguntas si tú de pequeña eras tan peliculera como la niña del traje de baño rosa o tan pringui como la del amarillo. Bendices tu mala memoria porque te hizo olvidar todo lo malos que pueden llegar a ser los niños. Tocas la arena, mojas los pies (más no se pudo), das un paseo por la orilla y te vuelves en moto por esa carretera con el mar acompañándote a la izquierda y las Cíes al fondo. Un viaje que es una de esas pequeñas cosas que hacen que la vida valga la pena.

Te tumbas en la cama de padres donde te dejan estar cuando no se convierte en parque de atracciones para Martina y Roque y entre visita y visita del señor de gafas oscuras para decirte que "Vives como Dios", o de la señora que calceta para ofrecerte cosas ricas de comer y decirte que "No te voy a vivir toda la vida", ves esa foto tan mítica de la comunión de Manu. Debió ser una de las primeras de los cinco juntos.

En cada familia hay alguien que se encarga de retratarla a lo largo de los años. Yo no recuerdo a mi tío Ángel sin un un objetivo delante de las gafas. Siempre listo para captar momentos que luego plagarían paredes y estanterías en casa de la abuela. Supongo que de él aprendí a estar atenta para que no se te escape ese beso de un hijo a un padre o esa conversación tan animada entre primos.

Ahora que tenemos tantísimas fotos en el móvil puedo revivir esos momentos cuando estoy lejos, así que soy la encargada de decirles que se queden quietos, que voy a congelar el tiempo.

Y es que eso es exactamente lo que me gustaría hacer. Quedarnos en esas comidas de sábado en las que hay que hacer turnos para vigilar a las dos ratas que a finales de año serán cuatro.

Mi familia crece y yo trato de documentarlo. Para que dentro de unos años alguien vea cómo éramos ahora. Cuando dejamos de ser cinco porque los niños empezaron a multiplicarse, los abuelos empezaron a chochear y cuando nos hicimos tan mayores que hasta la pequeña pudo invitarles a comer.

Para que a ese alguien le salga la misma sonrisa que a mí al ver esta foto de cuando el señor de gafas oscuras no lucía ni una cana y ninguno teníamos la menor idea de cómo serían los siguientes 30 años.

image.jpg

Habrá que seguir haciendo fotos, pues. Para vivir lo bueno dos veces.

image.jpg