NICOLAS(ITO)

Nicolás es un ser pequeño aunque crece por segundos. Nos conocimos cuando cruzamos el Atlántico hacia su nuevo hogar y el mío durante 3 meses. Con él he pasado más tiempo que con ninguna otra persona en estos 90 días. Nicolás no tiene secretos para mí pero sigue siendo una incógnita qué pasa por su cabeza. Cabeza desproporcionada de bebé con mofletes irresistibles. Cuando conocí a Nicolás tenía 8 meses y ahora lo dejo con casi 12, tenía 2 dientes y ahora son 8.

Nicolás me desespera cuando mete la mano en la papilla o cuando la mueve inesperadamente y me vuelca la cuchara desparramando toda la papa de frutas. Cuando mete el pié en el pañal lleno de su propio producto. Cuando aprieta los labios y no hay comida que pase. Cuando llora y no sabe decirme por qué. Cuando lo hace porque ha tirado por decimoctava vez el chupete fuera de la cuna o porque le quitas algo. Me desespera cuando no se duerme. Haga lo que haga. No se duerme. Cuando le estoy preparando la comida y protesta porque tiene hambre alcanzando esos tonos agudos tan penetrantes. Cuando se mueve en el cambiador. Cuando está muy cansado y ni él sabe lo que quiere. Me desespera la atracción fatal que siente por cualquier mancha, peligro o enchufe. Cuando pasa de la risa al llanto en un segundo.

Nicolás me desmonta cuando se ríe solo de repente sin que yo sepa por qué. Cuando lo cojo en colo para llevarlo a dormir y no rechista, porque está cansado y le apetece siesta. Cuando me sonríe al entregarle el chupete, ese que ha tirado por decimoctava vez. Cuando lanza un grito de alegría por conseguir meter un cubo dentro de otro, por alcanzar ese objeto preciado que le quedaba a desmano o porque le acabo de hacer una torre con las cajas que tanto le gustan. Me desmonta cuando me sonríe. Todas y cada una de las veces. Lo consigue. Cuando empieza a aplaudir mi actuación porque está sonando una gran canción y le digo "Nicolás esto es un temazo!" y me levanto y se lo canto. Cuando da botes nerviosos porque está muy contento. Cuando entro en su cuarto y me recibe con cara de recién levantado y una sonrisa. Esa sonrisa. El rato que tarda en despertarse, porque todo lo mira como si estuviese viéndolo por primera vez. El rato que tarda en dormirse, con los ojos a media hasta hasta que da un bostezo final antes de rendirse. Cuando habla y canta en su propio idioma. Cuando me saluda los lunes después de un fin de semana en que nos hemos visto poco. Cuando, cansada de que no coma, apoyo la cabeza en su mesa y entonces acerca la suya hasta darme un croque con la frente. Y se ríe y se aleja y repite la operación. Cuando se toma el biberón del tirón y no deja ni una gota señores, ni-u-na-go-ta! Cuando se tumba en la cama o en el sofá con cara de "Ay...qué bien estoy aquí" Cuando me tiro al suelo y viene a buscarme y apoya la cabeza sobre mí, aunque sólo sea un segundo antes de fijar su atención en algo más interesante, probablemente un trozo de plástico de un color llamativo cuyo mecanismo y forma observará concentradísimo. Cuando se revuelca en el sofá y se ríe. Cuando coge sus libros y hace como que lee. Cuando me persigue y me trepa por las piernas para ponerse de pie. Cuando se pone de puntillas para ver qué estoy haciendo en la mesa. Cuando está recién duchado y tiene sueño. Cuando empieza a dar palmas y le canto "palmas, palmitas" y se emociona como pensando "eso mismo es lo que estoy haciendo!" Cuando me lo como literalmente a besos y se parte de risa. Cuando pasa del llanto a la risa en un segundo.

A Nicolás me lo quiero comer muchas veces. Porque a pesar de que es un bebé y casi todos los bebés son comestibles, Nicolás es un bebé al que he cuidado y he visto crecer. Le he bañado, peinado, cambiado, alimentado, llevado de paseo, jugado con él y visto dar sus primeros pasos. Así que Nicolás ya no es sólo "un" bebé para mí.

Ya se mantiene en pie y es mucho más independiente que cuando llegué. Se sube a mi silla y me pide objetos a manotazos. A veces me sorprende lo claras que tiene las cosas. Sabe lo que quiere y se enfada cuando le engaño haciendo como que le voy a dejar el móvil...pero Nicolás tiene que entender que por mucho que esté asegurado, al señor de gafas oscuras no le va a hacer ninguna gracia si le pasa algo al iPhone.

Me hace caso cuando le digo "NO" al aproximarse a ese enchufe. Ese que mira con veneración por ser algo prohibido (qué jóvenes empezamos a desear lo que no nos dejan tener) Lo intenta cada día, varias veces, cientos, pero responde ante la negativa con una mirada seria y a continuación parte hacia otros menesteres.

Después de una tarde de juegos el salón es un caos. Nicolás(eitor) ha pasado por ahí. No hay duda.

Le canto todas las canciones que mi madre me enseñó (que son muchas) y algunas que invento sobre la marcha describiendo lo que va aconteciendo "No-te-ti-res-de-la-si-lla uó uó uó" o los clásicos "Pañal sin marrón mola mogollón" o "Nicolasi-tó es pequeñi-tó...y no sabe caminar..." que pronto quedará obsoleto.

Le hago el juego de la naranja como Marlon Brando a su nieto en El Padrino y se ríe mucho. Por suerte para mí el desenlace no es el mismo y yo no muero aunque alguna vez lo pretenda y Nicolás acabe gritando y pegándome para que vuelva a hacerle caso. Me alegra saber que aunque sea un poquito y aunque lo vaya a olvidar en menos de un mes, algo le importe.

Nicolás se va a olvidar de mí pero yo nunca me voy a olvidar de él. Porque me ha dado la oportunidad de venir a esta ciudad increíble, ya que sin él yo no estaría aquí, pero también la experiencia que es tener a alguien tan pequeño a tu cargo. A alguien que depende de ti para todo. Gracias a él he confirmado que por supuesto que quiero tener hijos pero también que por supuesto que aún quedan unos cuantos (bastantes) años para eso. Porque Nicolás me hace ver cómo cambia tu vida cuando todas las decisiones tienes que tomarlas pensando en otro antes que en ti.

Le veré dentro de 15 años seguramente en una noche de verano que es cuando las generaciones más se acercan entre ellas y le diré algo como "Chaval, que yo a ti te cambiaba los pañales!" El pensará que soy una loca pero aceptará de buen grado la copa a la que le invite. Porque será un adolescente más, con todo lo que eso significa. Porque habrá perdido esta carita rechoncha, estos mofletes y esta mirada inocente...pero para mí siempre será Nicolasito. El enano.

MIDTOWN

Carritos con sombrilla iluminados y que huelen a comida. A comida cochina. De estos está la ciudad llena. Sobe todo Midtown. En esta zona está lo más reconocible para el turista. La parte de compras de la 5ª avenida, el Empire State, el Rockefeller Centre, Times Square…

Visito la ciudad de noche que es cuando empieza mi día. Llegan los padres y yo me despido del hombrecito hasta el día siguiente. Me dice adiós y sonríe como diciendo "Ya nos vemos mañana, ahora estoy con mi madre…esa señora a la que le hago tantísima gracia. Más que a ti. Pero en el fondo te aprecio…al fin y al cabo me das de comer, me cambias y me haces alguna que otra monería". Sí, sí…todo eso me dice el enano mostrando sus dos piños de abajo.

Entonces salgo de casa y me voy al metro. Si en Nueva York puedes ver de todo, en el metro puedes ver de todo pero concentrado en un vagón. Mayor contraste de gentes no hay. No digo que los riquísimos cojan el transporte urbano porque esos tiene chófer y van en esos cochazos que de vez en cuando veo pasar y pienso "ahí va uno de esos…"…Esos son gente que te imaginas saliendo de uno de los portales con toldo y portero uniformado de Park Avenue con el coche esperando "Adiós Hank" "Adiós Mr Wellington". Esos son gente que te imaginas entrando en una de las tiendas de la 5ª Avenida (y no H&M o ZARA precisamente) como podemos hacer todos, pero con la diferencia de que Esos pueden permitirse comprar algo mientras que tú (yo) te limitas a sonreír a la chica que está esperando venderte algo, hacer como que ves algo interesante, dar la vuelta a la etiqueta, reír mentalmente y salir tan dignamente como puedas de allí habiendo, al menos, experimentado lo que es pisar una de esas tiendas. Esas tiendas. Esas a las que van Esos.

Sueñas que algún día tú serás una de Esos. O tal vez no, cambias de opinión y crees que sería mucho mejor tener un Loft en el East Village, donde toda la juventud moderna-hipster-molona-puedequenotengaunduroperoestoyviviendoenMahattan se concentra…o en el SoHo o TriBeCa...donde vivirías molando. Porque hay gente aquí que es profesional del moloneo. O al menos del pretender que molo, que se mezcla con un toque de no-me-importa-nada y le añades una cucharada de crees-que-me-he-vestido-a-oscuras-pero-está-todo-pensado, et voilà! ya eres un new-new yorker. Porque no se engañen, aquí old-new-yorkers hay pocos. Lo de "Yo? yo de New York de toda la vida" o el "Y tú de quién eres?" no se escucha mucho.

Así que por dónde iba…Ah! sí…que tengo un loft, pero claro, necesitaría un estudio…en Brooklin? ay! espera que esta es mi parada. Bueno, la parada de todos. La calle 42. Cómo definirlo…un Barroco de pantallas LED y luminosos? Rococó tal vez. Mi maaaadre! pero aquí siempre es de día! Estoy haciendo fotos a anuncios? sí, efectivamente. A anuncios tamaño natural. A escenas de películas. A fines de año en Times Square. Hago fotos a gente que hace fotos. Hago fotos a tiendas. Hago fotos a luces. A policías. A alcantarillas con humo. A carritos con sombrilla que huelen a comida cochina. Con estos empezó esta entrada. Es que me quedé con la imagen de uno al lado de un edificio majestuosos. Con toldos granates en las ventanas. Con banderas en EEUU. Un Organismo Nacional? No, Cartier…que para el caso, lo mismo. Y en frente una tienda de souvenirs. Así es esto. Un puro contraste.

Nueva York tiene poco de Nueva y mucho de extraña. Y muchos extraños. Es una ciudad hecha de retales que se unen. Y se cosen como formando una de esas mantas hechas de cuadrados diferentes. Barrios que se comunican. Mundos que se tocan. Vidas que se cruzan que diría Quique González…"Pero tú y yo venimos de mundos distintos". Bien, pues en Nueva York puede ocurrir.

Sigo dándole vueltas a lo del estudio. Como si fuera a ocurrir. Mientras tanto llego a casa. Pienso en todos los que están durmiendo. Me cuido mucho de no contestar a Manu en el Scrabble que el otro día me echó la bronca porque le desperté cuando allí eran las 5 y determino que lo perfecto sería pasar 6 meses aquí y 6 en España. Sí. Eso es. Mi plan marcha. Ahora sólo tengo que dejar de imaginar y ponerme manos a la obra. Está hecho.

Buenas Noches Nueva York. Aún no te conozco y ya me caes bien.
Buenos Días España. Empiezas a estar lejos.

LIFE IS GOOD, LIFE IS LIFE

Por dónde iba?…Ah! sí. El verano. O debería decir EL verano? cada año igual. Y este con fiestón incluido. Cuando llegó la verdadera fecha y la gente me preguntaba cómo lo celebraría, yo respondía que llevaba un mes celebrándolo. Lo festejé varias veces en varios sitios y con varias gentes. Todas de bien, claro. 

"El" verano se reduce a los 15 primeros días de agosto. Ahí donde se concentra todo. Cenas, cumpleaños, salidas de martes, visitas, fiestas, excursiones, salidas de miércoles, helados que manchan, aperitivos que son comidas, playas infinitas, "pero sales hoy?…papá es jueves!"…y cuando menos te lo esperas "Otra cena de despedida? sí, la de hoy es con los de Baiona"…en fin, El verano. Qué voy a decir….que luego la señora que calceta suelta una carcajada cuando le comento que necesito unos análisis, que estoy muy cansada...Luego se necesitan esas últimas semanas de agosto en que todo parece pasar a cámara lenta. Y después las primeras semanas de septiembre…raras, ocres, contradictorias, grises, de balance, de reflexión, de empezar de nuevo…saben a castañas y huelen a libros nuevos.

Y entonces me encuentro en un avión. "No estás nerviosa?" me preguntaban propios y extraños…pues no, la verdad. Ni lo estuve, ni me sentí extraña en ningún momento. Estoy tan lejos…y a la vez, gracias a nuevas vías de comunicación que se multiplican, parece que no me he ido. Pero me fui. A un charco de distancia nada menos. Estoy en Nueva York. Espera, que lo repito. Estoy viviendo en Nueva York.

Primeras impresiones. Donde en España hay bares, aquí hay lavanderías, comida rápida y sitios de manicura. Las distancias las puedes medir en paradas de metro o en McDonalds.

Me pateo mi barrio. No es cualquier barrio, perdona, me recorro la calle Boradway a la altura del Upper West Side. Y me cruzo con nannys como yo. Paseando, como yo. Con sus niños dormidos en el carrito. Como el que llevo yo. Leo "Happy Hour", me río y pienso cómo ha cambiado el significado. Mi happy hour es la hora de la siesta. La del niño, claro. Y por extensión…la mía.

Esta ciudad es increíble. Te da todo lo que esperas de ella y más. Tan cierto como parece que ya hayas estado por la cantidad de imágenes que tenemos en nuestra retina, es que en cada esquina puedes sorprenderte con algo o con alguien. Los edificios, la gente, los carteles luminsos, las grandes marcas al lado de una calle decadente, los semáforos, las direcciones, los rincones extraños, las escaleras de incendio, el contraste de barrios, las alcantarillas, los parques, los runners, las nannys, los brokers, el metro, los pobres, los negros, los chinos, los hipanos, los judíos…todo. Todos.

Vago por las calles con el cartel de "turista" en la frente y la cámara al cuello. Con este acento que reconocen al instante y olvidándome de que los precios no son los mismos en la etiqueta que lo que tienes que pagar. Las taxes que le llaman. Por qué no lo ponen e directamente? misterio. Estoy forrada!! mentira. Los billetes de un dólar son un incordio. Las monedas de un cuarto son un tesoro. Las de un céntimo una broma de mal gusto.

Tengo a un ser a mi cargo durante muchas horas. Un ser que sólo se comunica con llantos y risas, así que lo primero es diferenciarlos: lloro de hambre, de sueño, de mimos, de pasademiunratoysemepasa…"Soy la nanny" digo cuando me dan la enhorabuena. La verdad es que es un niño muy molón. O será que ya me está ganando con sus cuatro dientes? Sea como fuere, Nicolás es el único hombre(cito) en mi vida...al que estoy dando una educación musical excelente.

En Nueva York la gente es amable. Interactúa contigo a la mínima porque es muy probable que nunca jamás volvamos a vernos. "Pareces perdida" con tan sólo ver mi cara de despiste, "Permíteme que te ayude" siempre que entro o salgo de un local con el carro, "Life is good!" al verme estirar los brazos en señal de libertad absoluta…no era para menos...primera salida en la city…

Piernas para qué os quiero. El trancazo no va a poder conmigo. Cualquier segundo que no estás en la calle parece un segundo perdido. Aquí pasa todo. Está pasando y no te lo puedes estar perdiendo. Así que ahí me fui. A recorrerme calles, barrios, zonas. A tomarme un brunch y pasear por la última zona de moda (esa que dentro de un mes estará "demasiado explotada") A hacer fotos. A hablar con mi prima. A decirle "Yo te escucho eh?" mientras que enfoco, cambio ISO, f y tiempo…y zas! disparo. Y otra vez. Y otra. Y "tarjeta full"

Primer fin de semana de paseos, comidas, visitas, puentes y museo. No esta nada mal. En el Guggenheim me piden que ponga el bolso-maleta hacia delante que "las mochilas les asustan" Yo hago caso al chico pero no así a la señora que me dice que no se pueden hacer fotos. Exposición de un señor que pinta sobre cuadros grandes líneas hasta que se le acaba la pintura. El infinito parece recrear. A mí lo que más me gusta es el edificio, claro. Canto "bla bla bla bla bla…llueve sobre mojado" cambiado esto último por "piedras sobre cojines" que es lo que estoy viendo en en suelo. Con mucha gente muy atenta alrededor…como si fueran a moverse. Ana se ríe y yo también. Dice que tengo una risa contagiosa. Una habitación empapelada de dólares que dan ganas de arrancar…Kandinsky, Monet, Manet, Picasso…la cúpula…Muy bien oiga!

Brooklyn y su puente. Y sus helados. Y su aire más tranquilo…no me extraña que la gente se esté viniendo a vivir aquí. Nunca pensé que las vistas de edificios pudiesen ser tan impresionantes. Y claro…más fotos. De regreso a Manhattan pillo lo que vendría siendo el "15-M" pero en Wall Street. De casualidad. Grúas y edificios se levantan en la zona 0 (Luego sabré que tendría que haber estado terminado para este año) De pronto una concertación. Carteles de cartón. Esto me suena…"Tuvimos algo pareceido en España hace unos meses" "sí, hemos oído sobre eso". Caretas, megáfonos, cámaras, manifiestos y la policía alrededor sin hacer mucho. De nuevo "tarjeta full"

Vuelta a empezar la semana. Nicolás y yo. Mensajes, fotos de fiestas y llamadas desde muy lejos "Cuídate hija. Siempre alerta!" Cómo no jefe…cómo no...

Entender esta ciudad no es difícil si sabes contar. Encajar en esta ciudad tampoco. Hay sitio para todo y para todos. Pero comprender que la vida pasa a un ritmo desenfrenado, que lo que en esos edificios se decide tiene consecuencias a nivel global y que está pasando todo aquí y ahora mientras yo me tomo un café y un "bagel with butter"...eso ya es más complicado.