EL SISTEMA

Nunca me importó que me diesen el cambio en muchas monedas. Recuerdo que el señor de gafas oscuras siempre me daba las que llevaba en el bolsillo porque le pesaban y “las iba a perder”. Esas monedas financiaron muchas Fotogramas y muchos regalices (a los que en otra vida fui adicta).

Hoy tocaba afrontar ese trámite de renovación de pasaporte. Esta vez no me iban a pillar. No señor. Después de que te repudien una foto hasta 3 veces, una ya aprende la lección. Pedí la cita previa, fui con tiempo suficiente. Tenía las fotos reglamentarias y tenía dinero en efectivo. Lo tenía todo papi. 

Entro directa a la maquinita. Me da error. Cara de circunstancia. Una viejecita me suplica ayuda porque ella "con los ordenadores…no” Pues claro señora. A ver dígame su número. Se confunde un par de veces pero al final sale el papelito. Bueno, si lo consigo para la señora no voy a conseguirlo para mí…Vuelta a empezar. Y otra vez error. A ver. Otra vez. Nada. 

“Disculpe, es que tengo cita para hoy y me da error” y el joven policía viene conmigo a la maquinita. Y me pide que empiece otra vez el trámite. Y me trata como yo traté a la señora hace un minuto. Y yo me acuerdo de todas esas veces que te preguntan si el router está enchufado. Pero nada. “Sabía yo que algo tenía que salir mal. Ya es mala suerte que el sistema falle justo conmigo!” “Perdona chica pero es que no tienes cita para hoy sino para dentro de una semana”

No.

No es posible. Y de pronto me viene a la mente todas las veces que un calendario me la jugó al escoger una fecha de tren o de avión. O esa otra en las que me confundí de matrícula y por error la hice en Escultura II y no en Técnicas Escultóricas…y de pronto me acordé de todas esas veces que tuve que lidiar con ellos. Y pedirles un favor a ellos…sí, sí…a ”esos”

“No te deseo ningún mal pero ojalá tu entrada en el Reino de los Cielos dependa de un funcionario de la burocracia española”

Muto la cara de “madremíaCarmenotravez” a cara de pena. Y utilizo la misma técnica que tantas veces usé con señor de gafas oscuras hasta que se hizo inmune. La autoculpa. Empiezo con un “verá es que me confundí y toda la culpa es mía…pero es que necesito urgentemente el pasaporte” Parece que he tenido suerte con el funcionario y me ha tocado “el amiguete” me dice que están a tope pero que vuelva esta tarde. “Vale, muchísimas gracias de verdad” “Naaaaada”

Y me fui feliz.

Y volví. Pero no estaba mi amiguete. En su lugar había un señor que tenía pinta de ser el presidente de su comunidad de vecinos y cuyo hobby es hacer maquetas de barcos diminutos dentro de botellas. Un señor al que la táctica del autoculpamiento no le hizo ni un rasguño en su coraza de funcionario. Tuve que morderme la lengua varias veces para mantenerme en el papel. Porque no debía mandarle a la mierda. Ni si quiera subir el tono un poquito. Más vale seguir con la cara de pena. Porque a esta gente mejor tenerla de buenas. “Si yo le entiendo a usted, y seguro que hay más gente que viene como yo…” “Pues imagínese 30 ó 40 cada día, entiende?” Empiezo a sospechar que lo que quiere este hombre es que alguien le escuche…“Sí, sí…le entiendo…pero yo necesito una solución” Y aparece el amiguete por detrás diciendo que sí que me había citado él. Pero el presidente de la comunidad dice “Sí claro…y a otros tantos…” Y el amiguete desaparece. “Yo le digo lo que me mandan” “Pero qué quiere, que llore? Dígame qué puedo hacer” “Pues lo que está haciendo. Entiende? porque tengo un listado de gente. Así que sólo le queda esperar. Y tener suerte” “Suerte?” “Sí. Suerte. Suerte de que no aparezca alguien. Y si viene todo el mundo haremos lo que buenamente podamos. Porque este es mi trabajo” 1,2,3,4,5,6,7,8,9,10…“Vale gracias” 

Y esperé.

Y lo odié un poco. “Yo no creo en la suerte, creo en las personas!” pensaba espetarle cuando por fin consiguiese salir de esa oficina jurando jamás volver. 

Vi cómo le soltaba el mismo discurso a otra mucha gente. No es que la paciencia fuese la mayor virtud de este señor. Y ese tono de reproche, como intentando aleccionar a los que se pretendían saltarse el sistema en el que él tanto confía, no ayudaba nada. Sin embargo, después de un rato observándolo, empecé a sentir cierta empatía por él, que en mi cabeza se llamaba Antonio. 

Antonio pasa sus días en esa oficina cuyas paredes están decoradas con varios folios pegados con celo amarillento. Unos indican dónde están las mesas, otros hacen anuncios en mayúsculas que nadie parece tomarse en serio. Como el de “aquí no se atiende a nadie sin cita previa”. Antonio se sienta en el mostrador de información. Pero Antonio no recibe preguntas. Lo que recibe Antonio son problemas. Todo problemas. Gente que necesita una solución. Outsiders del sistema. Como yo. Qué hará Antonio? Puede que empezase sus años mozos colando a la gente y haciendo favores. Pero ya no. Aprendió que no merecía la pena. Para qué? Le cogió gustillo a esto de dar sermones en monótono. Se alejó de la realidad y de las particularidades de cada caso. Les dice “Le anoto aquí y espere allí” y que pase el siguiente.

La vida de Antonio me parece una mierda.

Entonces aparece en escena una funcionaria media. De edad media, estatura media, puesto medio y pelo rojo. Paqui, la llamaremos. Paqui es una señora funcionaria funcional. Despacha y listo. “Alguien tiene dos billetes de 5 €?” pregunta. Entonces recuerdo que tengo muchas monedas en el monedero. Y algún billete de 5. Y sin pensarlo digo “Yo! pero después no voy a tener cambio para darle” “Bueno no importa, dámelo y pasa conmigo que ya te lo hago ahora” 

Ahí estaba. La tarjeta de suerte del Monopoly, la de pase por la casilla de salida y cobre las 20.000 pesetas. El ticket dorado de Charlie y la Fábrica de Chocolate. El pase directo a la Final. No sonrío. No sea que se gafe. No sea que Antonio se entere que estoy colándome por uno de los pasadizos del sistema. Me siento muy quieta. Hago algún comentario sobre la juventud perdida de la anterior foto. No funciona. “Dedo izquierdo” Silencio. “Ahora el otro” Silencio. Y siempre, después de cada paso, ese kleenex arrugado que te preguntas cuántas veces cambiarán y si es realmente efectivo o estamos mezclando las huellas dactilares de toda España.

Paqui me hace el pasaporte en 1 minuto 47 segundos. Le agradezco a Paqui que sea tan funcionaria y tan funcional. Pero sobre todo le agradezco que se venda tan barato. 

Me acordé de Antonio. Pensé que en algún momento iba a levantarse y decir “No! Paqui, a esta chica no le des Pasaporte aún. Está castigada” 

Pero por suerte Antonio no se había enterado de nada. Lo sé porque me fui a despedir de él. Y le di las gracias sin un ápice de ironía. Él cambió la cara y me gritó cuando ya estaba en la puerta “Espera!” y se acercó. Todo esto muy dramático. Como en una película. “Te vas a ir sin el pasaporte?” Me preguntó casi diría que arrepentido por haber sido tan sumamente cabrón. 

“No. Me lo llevo. Por tener cambio. Por suerte, como decías…”

Y puso esa cara que me hace tanta gracia. Apretando la boca y levantando las cejas al tiempo que se giraba y volvía hacia su mostrador de “Información”

ALGUNAS PEQUEÑAS COSAS QUE HACEN QUE LA VIDA VALGA LA PENA (VOL. XXIII)

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Que mis padres me inviten a desayunar de hotel un día de resaca

Pasar por un túnel muy largo en el tren y por un instante no saber si nos hemos parado o seguimos andando porque todo es negro por la ventana

Sentirse totalmente identificado con lo que le pasa o lo que piensa el personaje de un libro

Explotar plástico de burbuja

Una reunión de trabajo a la que no vamos con ordenadores sino con libreta y portaminas

La gente que dedica tiempo a rellenar esas tarjetas que vienen en las maletas para poner tus datos

O esa otra que va más allá y hace sus propias etiquetas caseras y pega su teléfono en la cámara de fotos o en el ordenador

Y claro, toda esa gente que llama y devuelve estas cosas y con ellas la felicidad absoluta al dueño 

La frase "Kamchatka es el lugar donde resistir"

Encontrar, después de un tiempo, la pareja de un calcetín

Que el señor de gafas oscuras diga “Piraña, yo soy Dios" y me de a probar en una cazuela un mejunje y al preguntarle los ingredientes responda que no puede desvelarlos, que es un chef profesional y además es muy complicado para que nuestras mentes lo entiendan

Leer en el metro y despistarse. Pero justo hasta una parada antes de la tuya

Ese Neobrufen que tiro en cada bolso y neceser y que aparece cuando tanto lo necesito

Cuando te roza algo un tobillo y crees que es un bicho pero luego descubres que es un fleco de la manta, una cinta de la mochila o el zapato del que tienes al lado en la reunión

Que te vayan a recoger al aeropuerto

Y ese abrazo

La tía Susana diciéndome que está bien. Como si nada hubiera pasado. Aunque le pasó

Leer “Momentos de inadvertida felicidad" con una sonrisa continua al acordarme de esta lista

Acertar al recomendar un libro. Y luego comentarlo

Cuando el jefe de tus jefes dice lo que tú estabas pensando

En el metro, cuando no puedo evitar reírme con algo que leo en un libro o en el móvil y miro alrededor como diciendo “Ay madre, vaya loca" pero veo que la persona de enfrente también se ríe y pienso que seguramente también le ha hecho gracia. Aunque no lo haya leído

Acertar a la primera en el manojo de llaves

El gesto de padres cuando les enseñas algo y automáticamente lo alejan y enfocan

A veces, los cielos de Madrid

Basia Bulat cantando a Cecilia

Todas y cada una de las veces que pienso que la maleta rosa esta vez estalla. Y sin embargo conseguimos cerrarla. 

Y todas y cada una de las veces, cuando la señora que calceta dice “Vaya compra esta...además fue tirada!" 

Preguntar “100%?" Y que te contesten “Sí". Y entonces saber que eso es seguro. 100%

Algunas de las mejores historias que me han contado son esperas por hombres, disimules por hombres o películas montadas por hombres de las cuales ellos no tienen ni idea. Me hace gracia   pensar que la mitad del planeta no sabrá nunca lo que la otra mitad ha llegado a hacer por ellos. Y las risas al recordarlas

Que Gonzaga me haya descubierto We'll meet again…don´t know when, don’t know where

Vencer. Pero mejor, convencer

Esas pequeñas cosas absurdas que tiene uno, como el hecho de sentirme bien por decirle a la peluquera que el agua está siempre perfecta de temperatura. Aunque esté un poco fría o un poco caliente

Las pausas de Novocaine for the soul. Cuando creo que ya va a acabar y empieza otra vez... "Life is good and I feel great”

Que te digan "Me ha hecho mucha ilusión que vuelvas"

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VOLVER A MADRID

Ahora ya sí. Se acabó el mes de transición. He vuelto a Madrid. He dejado mi casa y mis llaves. He repartido cajas y maletas. He vuelto por tercera vez a la ciudad en la que cada despedida creo que será la última.

Tiene sus cosas buenas. Dejar la vida de freelance hace que ya no pase tantas horas al día sola con el riesgo que ello suponía para mi salud mental. Pero echo de menos esos momentos. Ahora estoy demasiadas horas rodeada de demasiada gente. Gente que pasa por la calle. Gente en el metro. En el ascensor del trabajo. Caras desconocidas. Yo saludo, claro. Pero es gente que no me importa. A ver, si les pasase algo me daría pena. Pero no me importan. La gente que me importa no está conmigo el 90% del tiempo. Y eso es algo con lo que tengo que vivir. 

Así que me toca estar conmigo. Aguantarme todo el día, como antes, y aguantar a otra gente.

Pero es que estaba muy bien donde estaba. Estaba en casa. Y como en casa, en ninguna parte, se suele decir. Bien, pues había conseguido tener mi casa. La primera de total independencia. Aunque técnicamente mientras el señor de gafas oscuras me siga pagando el móvil seguiré dependiendo de él, de su bondad y de su poco interés por investigar en las facturas de Movistar.

Además esta casa estaba cerca de mi antigua casa. Eso está bien porque por mucho que la señora que calceta me diga que “No te voy a vivir toda la vida” yo sé que ella está ahí para esas cosas de las que mi vida no depende pero que en la práctica, la hacen mucho más fácil. Que si un tupper, un desayuno continental, un vestido a la tintorería, un remiendo en un pantalón, encontrar las gafas, darme las llaves de repuesto porque a mí se me olvidaron dentro…

Pero sobre todo, esta casa estaba habitada por dos seres a los que ya quería y a los cuales ahora simplemente venero como las señoras devotísimas que van a misa los domingos y rezan a sus santos con una fe que queda fuera de toda perturbación. A mi San Diegas y a mi San Boryi que no me los toque nadie.

El primero, ante la aún lejana posibilidad de irme, en una de esas tantas noches en las que acabamos cerrando último local y abriendo el nuestro propio a quien quisiera venir a desayunar y a hacer uso del sofá, me rodeó con el brazo y me dijo que iba a estar muy triste. Diego a esas horas es un hombre de pocas pero contundentes palabras. 

Con ambos acabé otra de esas noches alegres en ese mismo local en el que tanto pasa y tan poco se recuerda. Haciendo una exaltación de la fraternidad y de la convivencia primil que hizo que se me saltasen las lágrimas. No es este un hecho difícil y tal vez necesito un fontanero pues tengo goteras a menudo, pero fueron inevitables ante el deseo de ambos del hundimiento total de la empresa que hoy me paga y por la que me tuve que venir al centro. De esta forma me vería obligada a volver a Vigo. A mi vida cómoda. Con ellos, claro. Porque si vuelvo, será con ellos. 

Y “a quién le vamos a robar ibuprofenos?” y “a quién voy a despertar?”“a quién vamos a comprar hummus y tentar con pedir Burger?” 

Me gusta cuando al cabo de un tiempo tienes cogido el truco a un piso. Cuando te acostumbras a sus habitantes y a sus pequeñas particularidades. Sólo entonces estás realmente en casa. A menudo la basura estaba llena de restos de comida basura y había cientos de tuppers con sus respectivas tapas naranjas por la cocina. En el lugar de la lavadora, una tina llena de botas de fútbol y espinilleras me recordaba que vivía con deportistas de élite. La nevera no cerraba bien y me convertí en una auténtica maestra en el arte de regular el grifo con el pie cuando al agua le daba por salir de repente del infierno y a continuación de la Antártida. 

Yo estaba muy bien ahí. Pero me hicieron saltar a un tren en marcha casi literalmente e irme. Sin tiempo para dudar. Lloré hasta Zamora. Después se me pasó. 

Así es Madrid. Intégrate o desintégrate. Volvieron de golpe los madrugones, los empujones, las prisas. Las horas perdidas recorriendo la ciudad para llegar a una casa que aún tienes que hacer(te). Sabiendo además que es todo temporal. Otra vez. Porque mi casa está en Vigo.

Hoy puedo decir que estoy encantada. De verdad. Pero se me partió el corazón al dejarlos. A mis dos guardaespaldas. A mis amigas de diario que seguirán siéndolo virtualmente y a las que, con suerte, una vez cada mesypoco volveré a abrazar. Me da muchísima pena pensar que me voy a perder cada nueva palabra de Martina y cada nuevo descubrimiento de Roque. No me gusta que mis padres vuelvan a ser voces al otro lado del teléfono y no estar en esas comidas de los sábados que servían para medirnos los pulsos y los tiempos. Pero “es lo que hay”. Y “es lo que hay” es una frase que odio.

Recogí las últimas cajas, metí en la maleta los abrigos, despegué las últimas fotos de la pared y el calendario de septiembre. Ponía “septiembre se va y tú te quedas”. Pero era mentira.

Volví para apagar la luz. Ese ya no es mi cuarto.

Aquí nadie me dice “Prima qué?” Pero aún así sé que seré feliz. La resiliencia es una buena cosa.

Tiene gracia que haya titulado esta entrada “Volver a Madrid” cuando en realidad es un “Hasta pronto, Vigo

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ALGUNAS PEQUEÑAS COSAS QUE HACEN QUE LA VIDA VALGA LA PENA (VOL XXII)

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Hacer un ruido con la boca y que el que tienes al lado en el sofá se ría y te imite

Que a los dos minutos estemos todos los del salón haciendo una competición de silbidos

Dormir la siesta en el sofá

Llorar con una película 

Llegar al andén apurada y que desde el vagón alguien te anime a correr que seguro que llegas. Y conseguirlo 

Escuchar un villancico cuando aún no toca y venirse arribísima

Que Martina diga “Hola madrina" o al menos lo intente

Cruzar la Castellana un día de otoño con sol y sin mucho tráfico y mirar hacia los lados

Las reuniones con las niñas del Colegio Mayor con conversaciones sobre trabajos y no sobre exámenes

La teoría del taxista con acento extranjero que me lleva a Atocha y se disculpa a cada momento porque es su segundo día y no sabe ni cómo ir. Al llegar recuerda los atentados y me dice que están locos. Que quieren matar y punto. Que si fuese por hambre, es mucho más fácil coger una barra de pan que un kalashnikov

Compartir reflexiones sobre tu profesión con alguien que viene de la otra parte del mundo y comprobar que hay cosas que son iguales para todos

Descubrir que me gusta la cerveza artesana

Las personas educadas

Esas fotos en las que se ve a gente riéndose mucho, pasándolo realmente bien

O esas otras que han estado en tu casa desde siempre 

Un paseo en un coche antiguo descapotable

Un abrazo.

El contacto piel con piel

Las bombillas grandes y amarillas que cuelgan de cables rojos 

Un mensaje en un graffiti, en una pared, en una calle, en un día cualquiera

El clima de noviembre de 2015

Que te digan “Quiero estar contigo”

Una xuntanza de gallegos en Madrid para ver el Derbi. Del Depor y del Celta pero nos une la comida...y el albariño

Echar de menos a alguien 

Volver a verse

Un audio en whatsapp en un privado inesperado 

Ponerse gafas y ver todo en HD

Que te respondan “Sí quiero”

Volver a andar en bici

Pasear con música, frío y bien abrigado

Los colores del otoño

Ver cómo se relaja la expresión de alguien cuando en una discusión tiene razón y por fin se la das

Un brazo que te rodea de repente por la noche

Que tus primos hermanos te manden un vídeo a las 8 de la mañana desde tu antiguo cuarto cantándote “Carmela, loló, loló!!!”

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ANTES...

No te acuerdas, no?

Claro, fue antes de que te diese tiempo a hablar bien nuestro idioma...aunque el tuyo lo dominabas.
Antes incluso de que supieses quiénes son los Reyes Magos y mucho antes de que dejases de creer en ellos. Es decir, antes de que perdieses la inocencia aunque no la independencia. Esa te vino de serie. Antes de que nos enseñases súper orgullosa tus nuevos dientes que, como suponíamos, por la genética que corre por tus venas, eran bien grandes, y dejases los de leche al ratón Pérez. Antes de todo eso.
Antes de que fueses una niña risueña y después una preadolescente insoportable. Antes de que tu padre empezase a sufrir. No te rías, fue así. Mucho, mucho antes de que creyeses que tus amigas eran las únicas te entendían y os escribíais cosas súper fuertes y a mí me decías que sobro, que no me entero o lo que quiera que estuviese de moda decir a los adultos allá por el 2030. Antes de que te invitara a aquella copa en Baiona y antes de que te pillase fumando. De eso sí que te acuerdas, no? Pues esto fue antes.
Antes de que me contases de aquel primer novio con su consecuente primer desamor. Antes de todas las lloreras porque no tenías nada que ponerte el sábado…pero es que desde entonces, desde antes de todo esto, ya apuntabas maneras de Drama Queen.
No te acuerdas pero había ratos en los que te dejabas coger como un koala. Y aunque no tengas ninguna noción de haber sido nunca tan pequeña y achuchable, ahí estaba tu madre para captar uno de esos momentos...de los de antes de todo esto. 

Esos instantes en los que yo quería parar el tiempo.



ALGUNAS PEQUEÑAS COSAS QUE HACEN QUE LA VIDA VALGA LA PENA (VOL XXI)

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El túnel de Bouzas en moto en bajada

Los pies en la orilla y la arena que se va entre los dedos

Una primera cita que va bien

Que mi el primo de Zumosol sea padre por partida doble 

Que nos mande la primera fotos de sus hijos a las 5 de la mañana y contestemos varios

Un buen masaje de un buen fisio

Que parece que no hace nada y de repente CRACK! y un mundo nuevo de color

Los platos de Culler de Pau

Cocinar pasta con tomate y atún a las 7 de la mañana (casi al mismo nivel que lo anterior)

Que el vecino te traiga tomate en pijama y algo de picar para ir haciendo boca mientras esperáis

Que Martina se crea que si cierra los ojos se hace invisible

La abuela Nené escribiendo sus memorias

Que te paguen más de lo que esperabas

Darle la tarjeta a alguien y que te diga que ya conocía tu trabajo pero no sabías que eras tú

Que la tía Toya pinte las paredes del Prymark de la Gran Vía de Madrid

Que la tía Susana vuelva a la primera línea del Baloncesto de donde nunca debió irse

Los huevos encapotados de la señora que calceta (Huevo frito+bechamel+empanado+vuelto a freír+yema intacta = milagro de la Naturaleza)

La siesta épica de Diego los viernes

"Hemos decidido que vamos a enseñarte a jugar al FIFA" 

Que Borja traiga plantas para el salón

Esas conversaciones por la noche que surgen casi sin querer y tras las cuales todo cambia

Las nueces

Las dedicatorias en los libros que se regalan

Ensayar una conversación y que te salga redonda. JA!

Ir caminando muy rápido por la calle con los cascos y darte cuenta que llevas una niña pequeña al lado echándote una carrera

Que acaben de llegar dos bebés a la familia y otro primo anuncie que pronto llegará otro

Caer en la cuenta de que muchas de estas pequeñas cosas me las da mi familia

Que salte "Ahá han vuelto"

Encontrarse de casualidad con Vivir de Niño Bravo y no parar de cantarla...porque "Eso es viviiiir..."

Y este "Eh"

COÑAZO ES QUE EL CORRECTOR PONGA CODAZO DE CADA VEZ

La escala de lo que es un coñazo en la vida podría ser:

Esperar < Estar enfadado < Esperar enfadado a que pase algo

Qué pereza la gente enfurruñada. Qué pe-re-za!

He de reconocer que hay ciertos momentos en que la gente enfadada me puede hacer hasta gracias. El típico abuelo gruñón...el amigo que las suelta así...la amiga a la que todo le parece mal...pero en general es un rollo.  

Es un coñazo estar enfadados. Es un coñazo hacerse el digno. Es un coñazo no hablarse. Y es un coñazo esperar a que el otro se de cuenta de que te ha molestado algo. Dilo coñe! Habla! 

Luego está la gente a la que le molesta todo. Todo. Que si el tiempo, que si este plan no porque tal, que si que asco de vida, que si está fría, que sí...está bien PERO. Ni pero, ni pera! 

La gente enfadada. La gente no-contenta. Esa gente. Que no digo yo que esto tenga que ser la casa de la pradera...que la primera que se queja por las cosas soy yo! Pero una cosa es quejarse y otra amargar. Como lo negro de las tostadas. La gente enfadada es lo negro de las tostadas. Y en mi colegio mayor decían que daba cáncer. Pues la gente enfadada contagia. Igual. No se deje contagiar por esa gente. Diga NO al enfado gratuito.

Y diga SÍ a este tipo de páginas que recogen frases que se dicen el los colectivos argentinos (aunque ahora ya vale cualquier sitio) y le arrancan a uno una sonrisa.
"La gente anda diciendo" se llama. Muchas veces es gente enfadada la que habla. Y te ríes porque es absurdo. Otras muchas son niños con su particular visión del mundo.

La de hoy me venía al pelo:

Si tuviese que dar un consejo a las generaciones futuras sería: Esperad lo justo. Cambiad lo que no os guste. Pero no os enfadéis. 

Claro que este señor, que es mucho más inteligente que yo, decidió darnos este y también me gusta mucho. Porque debemos llegar a las conclusiones a través de hechos, no de opiniones. Sólo así serán la verdad y no lo que nosotros queremos que sean. Y el amor es lo único que importa. El odio es una pérdida de tiempo. Conectarte con los otros, tolerar y vivir. Ahí es nada.

Merece la pena escucharlo: "Venimos a vivir juntos no a morir juntos"
Y como decía el niño de arriba, a ser felices, no?

CONVERSACIONES DE SÁBADO POR LA MAÑANA

Estaba yo en una etapa muy zen. Muy de "empecemos septiembre bien". Pero un poco de mentira. Un poco autoconvenciéndome de que las cosas pasan y punto. De que bueno, "ya se verá". De que todo es más fácil de lo que pensamos y menos complicado de lo que lo hacemos. Y es cierto.
Hay muchas pequeñas cosas que hacen que la vida valga la pena. A diario. Hay muchas terribles cosas que nos tienen que ayudar a relativizar y a ver que estamos muy pero muy bien. Por desgracia, también a diario. Y sin embargo...

Me levanto un sábado por la mañana en esta casa donde sabes cuántos salimos pero nunca cuántos entran. En el salón me encuentro con un despojo humano que ha estado leyendo los libros que tenemos por el salón y dejándonos notas en la nevera a la espera de que su amigo se despierte. A falta de amigo, buena es una prima con la que tener una charla de mañaneo como si de las 5 de la mañana se tratase. A veces las mañanas no son tan tristes después de una noche alegre. O será que aún teníamos restos de oscuridad corriendo por las venas. O tal vez sea que al estar uno con la ropa de ayer y cara de no dormir y la otra en pijama, con un moño mal hecho y restos de rimmel en los ojos, poco había ya que nos obligase a mantener las formas.

Y de los "qué tal" "pfff pues así..." se pasa sin que te des cuenta a una conversación donde sacas una conclusión que te desmonta ese "ya se verá" al que últimamente recurres tanto. Y es que "Las cosas no pasan, las cosas hay que pelearlas" dijo con una cerveza en la mano. Y te lo argumenta. Y te lo crees. Y te unes a él rápidamente. 

Porque por lo importante, peleas. Peleas por la educación de tus hijos. Peleas, porque lo fácil sería dejarse llevar. Pero no lo haces. Peleas, dudas y vuelves a la carga con el único fin de hacerlos personas. Peleas por tu trabajo. Peleas por ti, porque se te reconozca, por estar contento con lo que haces. Peleas con los embistes laborales. Y aunque tienes la tentación de mandarlo todo a la mierda muchas veces, peleas. Y sigues. Peleas por cumplir tus metas. Por alcanzar objetivos. Por llegar. Por ser y por estar.

Peleas por las relaciones. Por todas. Peleas porque crees que merece la pena seguir con esa gente con la que has decidido compartir tu vida. Por eso les disculpas muchas cosas que no te gustan a tus amigos. Y por eso alguna vez le llamas la atención cuando ya está bien. Porque te importa. Porque una buena amistad merece la pena pelearla. Si te diese igual, no serían tus amigos.

No siempre es fácil en las relaciones. Peleas por ese alguien. Peleas porque te importa. 
Y claro que no puede ser una lucha continua. Y claro que debe estar equilibrado. Y claro que siempre hay dudas. Pero peleas por las personas que valoras. Peleas porque crees en él o en ella y porque crees en los dos juntos. A pesar de muchas cosas y gracias a muchas otras. Por eso peleas. 

Peleas por lo que quieres y lo que importa. 
Peleas por cosas y por personas. Sobre todo por las últimas. 

Y si no ganas, sales más fuerte.
Pero si merecía la pena, bien peleado está.

QUÉ IMPORTA

Qué importa un libro, un dibujo, un baño en la playa, un beso, un abrazo. Qué importa enfadarse. Qué importa frustrarse. Qué importa madrugar, trabajar, coger otro metro, cruzar una mirada, bostezar y seguir. Qué importa sentir. O dejar de hacerlo.

Qué importa el fútbol. Qué importa el 3%. Qué importa el café que quema y los políticos también. Qué importan las obras en la calle. Qué importa el dinero. En serio. Cuánto? 

Qué importa que Martina tenga un ojo pocho o que Roque pueda ser mal estudiante. Qué importa el mal cobrar. Qué importa el dolor de espalda. Qué importa una mudanza. Qué importa estar cansado. Qué importa la pantalla estallada del móvil. Qué importa pagar la luz, o dejar de verla por un momento. Qué importa un desamor. Qué importa volver a irse. Qué importa tomarse otro Neobrufén. Qué importa estar mal. Qué importa comer peor. Qué importa llorar. Qué importa discutir con Movistar por el paquete básico de canales. Qué importa que se caiga internet. Qué importa que algo no salga bien.

Qué importa el ruido. Tanto, tanto ruido.

Qué importa mi vida...con sus mínimos obstáculos, cuando veo que la de un niño de tres años se trunca a las orillas de una playa. Qué importa una fotografía cuando hay otros cientos de vidas que nunca llegarán a serlo.

Qué importa una guerra.

Importa.

Qué importa la vida de un niño.

Importa.

Qué importa nada si nos olvidamos de lo único que importa.

1 DE SEPTIEMBRE

Hoy es 1 de septiembre. Hoy empieza todo.

Decía Jorge ayer que él contaba los años de septiembre en septiembre por la tradición de forrar los libros. A mí me pasa lo mismo. La frase "A forrar los libros!" a modo de gruñido del señor de gafas oscuras la oímos desde el 5 de agosto. 

Y es que agosto es un mes donde todo se concentra: las bodas, las cenas, la familia, los amigos, las vacaciones, los planes, las horas libres, la playa(?¿)...y sin que te hayas dado cuenta todo esto se pasa y vuelves a tu escritorio. Ese en el que dejaste un pincel que se secó y varias manchas de tinta china. Lo haces con la convicción de que, este año sí, llevarás las cosas al día. Así que te compras una agenda y escribes los propósitos para el nuevo curso. Que luego no cumples. Mientras reflexionas sobre tu ser y lo que quieres hacer en los próximos 12 meses, varias moscas te dan la vara. Las moscas pesadas son la señal definitiva de que se acerca el final del verano. Que tú partirás y yo volveré a estar delante del ordenador. 

Septiembre es un mes de adaptación. Tiene una luz rara y melancólica que cada vez se apaga antes. Vas a la playa pero pasas por escaparates con abrigos. Vuelves a la rutina pero te resistes a pensar que empieza otra vez la hibernación. Te consuela pensar que la estación de las hojas en el suelo es la más bonita pero te quejas diciendo que no te importaba alargar un poco más este suplicio de no hacer nada. El problema es que este verano sí que has hecho. Y no has tenido mucha desconexión así que piensas que en septiembre, con un poco de suerte, encontrarás un par de tardes para dedicarle al libro que tienes en la mesilla. Aunque seguramente no lo consigas. Porque ya lo decías arriba, en septiembre está todo por empezar. Y las cosas se empiezan con ganas, o no se empiezan. 

Septiembre es un mes de contrastes. Es un "Otra vez tú?" mezclado con un "Bueno, la verdad es que me alegro de verte" Septiembre y los 29.  Que ahí están, saludándome. Tienen buena pinta...pero la verdad es que siempre digo lo mismo. Supongo que a mí me influye el hecho de cumplir años en una semana así que este es un mes de balance también. De ver cómo estaba hace un año y cómo estoy ahora. De pasar por delante de una portera y que me pregunte a dónde voy si puede saberse. Y contestarle "Poder se puede, pero no lo tengo muy claro aún, señora. Lo voy averiguando por el camino, le vale?" "A mí qué me cuentas niña, te vale a ti?" "Pues sí, me vale"

En fin. Que hoy es 1 de septiembre. Que hoy empieza todo.