POR QUÉ HAY QUE HACER LIMPIEZAS

Ordenar el cuarto es el principio de todo. Desde siempre. Desde que tu madre no te dejaba salir a no ser que todos esos juguetes volviesen a su sitio o cuando te encontrabas un cartón de pizza debajo de la cama y hace ya varios días que el monstruo de la ropa va de la silla a la cama y de la cama a la silla en el colegio mayor. Es hora de ordenar.

Cuando vuelves a casa de papá y mamá después de un tiempo fuera y tienes que, de alguna forma, hacer convivir las cosas que allí habitan, supervivientes a anteriores purgas, con todas las que traes en la mochila (quien dice mochila, dice maletas y bolsas varias), tienes un problema. Y qué solemos hacer con los problemas? Evitarlos. Se esconde todo como se puede hasta nueva orden (de madre) o hasta que un día no encuentras la maldita carpeta que pone Cosas importantes de la vida. Llegados a este punto debes enfrentarte a una realidad: no llega con ordenar, hay que hacer limpieza

La situación es crítica. Entre cuatro paredes, tú, una bolsa de basura negra y tus cientos de cosas. Venga hombre, no exageres. Al fin y al cabo son eso, cosas, no será difícil deshacerte de ellas.

JA!

Hay dos tipos de personas, las de guardar y las de tirar. Yo soy definitivamente de las primeras. Cojo todo papelucho que me hace gracia, me parece bonito o me recuerda a algo, alguien o alguna situación. Así que si el 80% del cuerpo humano es agua, ese mismo porcentaje en mi cuarto es celulosa.

La potencia sin control no tiene sentido y el guardar sin saber dónde tampoco. La información por sí sola no es poder. La información ordenada y clasificada sí. De ahí que las madres sean tan poderosas, porque saben dónde están las cosas.

Para eso están las cajas. Las cajas son la base de todo. Mi amiga Cova es muy muy fan de ellas y le dedico un recuerdo cada vez que las veo bonitas.
Porque pueden guardar simples aparatos y cables electrónicos pero ahí está también la Game Boy con el Tetris aún esperando a que vuelvas a engancharte y batas tu récord de 222 líneas (era un número tan redondo, tan capicúa y tan par que tuve que retirarme después de conseguirlo). En la siguiente encuentras las fotos del colegio y ese lazo con 3 años, ese aparato con 9 y esos terribles 14. Los apuntes de clase que consiguieron que a día de hoy te acuerdes que "Un pronome átono nunca pode encabezar unha oración" y de Los Reyes Católicos pero no tanto de los afluentes de Douro ni de todas las capitales de África...

Haciendo limpieza te llevas sorpresas agradables. Como encontrarte tu año entero de Erasmus en forma de libreta-collage. Con todos los sitios en los que estuviste, los trabajos de clase y hasta el número que llevabas en la primera regata en Cambridge. Pues parece que no estuvo nada mal el año aquel en la isla esa. Nueva York por aquí también y va a resultar que esas tardes de corta y pega son de agradecer. Así que te prometes hacer lo mismo con esa caja, "la" caja. Esa en la que guardas todo aquello que te observó desde las paredes tus cuartos desde que hace 9 años te fuiste de esta habitación a la que hoy vuelves. Cosas que tienen algo más que restos de blue tack en la espalda. Están los dibujos, recortes, entradas, fotografías, postales, posavasos, tíquets, etiquetas, recuerdos de viajes y frases que te vieron cada día durante tantos años. Cosas que son momentos y personas.
Al abrirla no puedes evitar recordar a tu amiga Ceci en ese posavasos de Hamburgo, a esas teenagers que fuisteis en cada entrada de Vánitas, Dúplex o El manco (mi madriña!), todos los lugares en los que estuviste en cada postal, postales molonas que habías olvidado, postales antiguas y otras que te recuerdan tu lado más obvio como ese bebé de Anne Gueddes, los primeros años Madrid en ese trozo de muro de Malasaña que una noche se derrumbó a vuestro lado o en esa tipiquísima foto de pies en el Km 0 con, al loro, pantalones de campana.

Las personas que guardamos somos nostálgicas por naturaleza. Hay una escena bastante antológica de Mad men donde dicen que Nostalgia viene del griego y significa "dolor de una vieja herida". Puede que esos trozos de papel no ayuden a cerrar esas heridas, más bien al contrario. Puede que alguien vea cierto grado de masoquismo en esto. Pero lo cierto es que ese pequeño dolor, esa punzada que es casi como una descarga eléctrica y provoca una sonrisa al tiempo que te pone un nudo en la garganta, me hace sentir más viva. Y así ocurre cuando abro mis cajas de papeles o cuando revisito la carpeta de notas y cartas de las adolescentes perdidas que fuimos. Sonrisas y lágrimas sería una buena síntesis de esa película. Pero en general lo es de cualquier historia que merezca la pena ser vista, contada o vivida.

Así que todo guardado, ordenado y clasificado. En cajas. Lo único que hay que decidir ahora es dónde quieres colocarlas. Cuáles dejas cerca y cuáles colocas en el fondo del armario...sabiendo que estarán ahí cuando las necesites.

No es que yo quiera hacer apología del síndrome de Diógenes. Claro que hay cosas que hay que tirar. Pero lo cierto es que aunque me proponga hacer limpieza me resulta imposible mandar a la bolsa negra cosas que me recuerdan lo que viví, quién fui y, por lo tanto, quien soy. Los recuerdos no dejan de ser referencias, como si de un mapa se tratase. Te ayudan a ubicarte como esas pegatinas de "usted está aquí"

Pero para conseguir orientarse primero hay que ordenar. Porque cuando uno se encuentra en medio de la nada, bueno, en medio del todo en este caso, hay que empezar por algún sitio. Ordenar el cuarto es el principio. De qué exactamente? El principio del fin del despiste. Es volver a estar preparado para lo siguiente. Porque vuelves a saber dónde están las cosas...y dónde estás tú.

Y esto, que iba a ser una entrada sobre limpiezas de cuartos, ha acabado por convertirse en una de orden en la vida. Y tiene gracia porque al escribirla ha habido de todo menos orden y he tenido que revisar, cortar y "tirar" párrafos como si de mis cosas se tratase. Así que tal vez debería haberse titulado "Por qué hay que ordenar?" y la respuesta sería "para continuar".

Tan simple como eso. Ordem e progresso.

 

VOLVER...RE-VOLVER

Parece que es oficial. Que vuelvo.

Y no es que lo haga descontenta...al fin y al cabo la primavera en Madrid es la mejor de las épocas y voy a aprender y a hacer cosas que me gustan. Cosas que me gustan mucho y que espero sean por fin y de una vez por todas "lo mío".

Porque las dudas están bien, y de hecho dudo mucho que me vayan a abandonar nunca...pero hay que decidirse. Hay que decir "Pues venga, p'alante".

Y esto es lo que hago después de unos meses en que ni hacia delante ni hacia atrás. Unos meses de demasiada reflexión y poca conclusión. Que ya sé...que el momento no es bueno, que todo el mundo ha pasado por esto, que ya verás, que sólo es un tiempo...pero no vale. No me vale.

Intento hacer cosas y mantenerme alerta porque es muy fácil dejarse ir cuando te levantas por las mañanas sin un objetivo claro. Y con la culpabilidad (sí, confieso que he pecado de pensamiento, palabra, obra y omisión) de no haber cumplido con lo poco que tenía que tener más que rematado. El carnet de conducir. Seguirá siendo asignatura pendiente, seguiré culpando a la genética por ello y seguiré sin saber qué decirle a la señora que calceta cuando me lo reprocha...

Pero ahora vuelvo. Y no sólo a la ciudad donde el mar no se puede concebir, a la que tanto juzgué y tanto me enseñó. Vuelvo a Madrid y en cierto sentido vuelvo a tomar las riendas de mi vida. Vuelvo a tener un objetivo y una ilusión. Que es un Master que me ha hecho endeudarme con el banco y despotricar contra el sistema educativo después de dedicarle 6 años de mi vida? pues si es el precio que hay que pagar por empezar una vida...filliña, "eche o que hai"

Y dejar Vigo. Parece que esto fue un aperitivo de lo que puede ser la vida en esta ciudad con microclima y macrofamilia. Dejar esas llamadas del Jefe para tomar un café o picar algo y al llegar encontrarte que ha hecho lo mismo con tus hermanos. Dejar esos desayunos Cósmicos, esas sesiones de patinaje y esas cañas Colegiales. Esas salidas nocturnas premeditadas sabiendo que terminarán con siestas mañaneras entre cañas y sandwiches. Esos "asuntos" de domingo viendo cómo se muere el Sol cerca de las Cíes, esas quedadas a las 8 que inesperadamente se convierten en despedidas a las 5 con unas cuantas barras de bar como testigo de conversaciones infames. Esas excursiones en coches donde la música parece hablar de mí y de todas y que nosotras contestamos cantando a grito pelado.

Parece que no tocaba todavía. No era el momento. Pero lo será algún día (esto último no sé si lo afirmo o lo pregunto)

Y dejar de pensar qué estoy haciendo y de actuar y reaccionar irreconociblemente a las cosas. Volver a ser yo y mi circunstancia y no dejar que las circunstancias se apoderen de mi yo.

Me voy. Triste por lo que dejo pero con ganas. Con muchas ganas de reencontrarme con Madrid y con toda esa gente que conozco y que me queda por conocer a 600 kilómetros de casa. Pero, sobre todo, con ganas de reencontrar y reconocer a esa Carmen del futuro de la que espero tanto.

SINSENTIDOS DE LA INFANCIA


Hay una serie de gritos de guerra infantiles que de vez en cuando rememoras bien sea en coñas absurdas o porque simplemente te dio un arrebato de nostalgia escuchando a las nuevas generaciones jugar expresándose con una jerga que parece una evolución de la que utilizaste en su día.

Encontramos los clásicos "Rebota y explota" o "quien lo dice lo es y tiene el culo al revés"...cuya evolución asquerosa podría ser "Háblale a la mano"
Que si "No vale furar" o "Por mí y por todos mis compañeros" (y qué solidario parece hasta que llega el "y por mí primero") o las cancioncillas con tufo a pufo para ver a quién le toca quedar a la pita (o a Marco Polo que no hay peor trago que ese...vacile gratuito oiga!). Por favor, analicen: "Pito pito gorgorito...dónde vas tú tan bonito...a la era verdadera...pin, pon fuera" Cuál es la era verdadera?? cuál? y luego venía el atraco a mano armada que era que si le tocaba a un amigo tuyo o a ti mismo, alargabas la canción con un "sa-les-y-que-das-tú" venga hoooombre!! fuera!!

De la jerga más adolescente me informa Feli, que tiene unas sobrinas en edad de merecer (de merecer un par de leches)...y te dicen "qué friki eres" o alguna hija de alguna prima que me suelta un "te estás yendo" y se queda tan pancha. Porque se creen muy guays. Pero hay que dejarlas. Porque el mundo a esa edad ya es suficientemente cruel y es muy difícil escoger con qué frase de qué canción de amor desesperada vas a actualizar tu estado de messenger y con cuántos corazoncitos y estrellitas vas a decorarlo. (Aunque mejor yo de actualizaciones de estado no hablo que voy bien servida...eso sí, sin corazones rotos ni días en que "estoy mal")

Pero volviendo a esos años un poco (sólo un poco) más inocentes que la adolescencia, esos años de infancia perdida en la que juegas con todos, se recuerdan aquellos "pido no" o "me pido delante" en lucha con tus hermanos o "bocio permanente quien me de chupa 20" (que hay que ser cerdos...)
Y aquí es donde encuentro una expresión que me produce unas dudas terribles sobre su funcionamiento. Porque más que una expresión era una contraseña, una obligación a estar constantemente alerta. Vamos a ver...qué narices es eso de "PRI CON PRI!"

Cómo funcionaba? Y aquí surge el debate. Porque me pregunto yo...si alguien dice "pir con pri" el siguiente sólo tiene que decir "pri" para ser ese "pri" de "Pri con pri"? Según Blanca es que alguien decía "jugamos al tenisPRI CON PRI" (así todojunto) y otro alguien tenía que decir también "pri con pri" (y casi siempre estos dos estaban compinchados...aunque esto también puede entrar dentro de las teorías conspiranoicas de Blanca)
Luego María, para darle todavía más chicha al asunto, me recuerda que luego existía el "Se con se". Yo ahí ya digo basta. Que no puede ser. "SE CON SE" y otra vez la misma duda...entonces el siguiente dice sólo "se"?
Finalmente mi vaga, ausente y en la mayoría de los casos incompetente (que ni que fuera funcionaria) memoria, decide hacer acto de presencia y recordar que sí, que había hasta un "ter con ter".

Y aunque después de reírnos mucho yo sigo sin entender muy bien cómo iba el rollo este (si alguien puede arrojar luz sobre este asunto, adelante) me acordé también de lo chungo que era ser tan poco espabilada (yo) como para que después de que ya hubiesen dicho "Primer!, según!, tercer!" te tocase decir...qué? "cuarter"? pues no. Eras cuarta y punto. Eras una pringada también. Pero este es otro tema.

En fin, la infancia...en ocasiones es mejor no tener buena memoria...



 

BACK TO EL FUTURO

Todo el mundo habla de él pero parece que no llega. Lo visten de luto o de un blanco cegador desteñido de lejía. El futuro es ese ente amorfo y extraño en el que se depositan interrogantes, miedos, incertidumbre y esperanzas. Porque no queda otro remedio que hacer eso...esperar por él.

Pero lo cierto es que no hacemos otra cosa que vivir el futuro de alguien. Alguien a quien dejamos atrás y que confiaba en nosotros. Yo, por ejemplo, estoy viviendo el de esa niñ(it)a de 3 años que llevaba lazos escoceses y pintaba a todas horas, el de esa niñ(at)a de 11 que decía que en el Fin de Año de 2000 iba a salir, el de esa adolescente que suspiraba por crecer y cuyo mundo parecía girar más lento que el del resto de la humanidad y el de esa joven que con su recién estrenada mayoría de edad se fue de casa para hoy, 7 años después, estar pensando en la vuelta...

Porque de pronto comprendí, como ya dijeran Almodovar y Macnamara en un tiempo hortera, colorista y plasticoso, que el futuro ya está aquí. Porque el futuro es el presente elevado a la enésima potencia. El futuro es el presente pero lleno de oportunidades. Entonces se filtra y tal vez sean menos, pero ahí están, rodeándonos, muchas oportunidades. Aquí. Ahora. Y decisiones. Y consecuencias. Estas últimas son el contrario a las oportunidades. Son las que recibimos del pasado. De haber o no haber hecho algo. Y las procesamos ahora.

Blanca me envía por uno de estos artefactos tan del futuro pero que hoy día tenemos al alcance de la mano, una foto directa desde el pasado. Ahí estamos 4 tipejas en un catálogo de colegio...de esos que tantísimo daba que hablar cuando todavía no salíamos en él y se lo robábamos a la hermana pequeña de uno "de los de Jesuítas" en el recreo para fichar a todos los niños que nos hacían tilín o tolón, y que después tantos quebraderos de cabeza nos dio cuando nos tocó salir retratadas en él...con la presión que ello suponía!! "qué vas a ponerte" y "hay que salir bien"...que lo va a ver todo el mundo y lo que es peor...es para siempre! Consecuencias...

Y era cierto porque aquí estoy sonriendo desde el futuro, viendo cómo éramos. Sin flequillo, con caras más redondas, expresiones que hace años dejamos de tener y el corazón con unos cuantos millones de latidos menos...aunque seguramente en el momento de la instantánea fuese a salírsenos del pecho. Y qué me creía yo entonces? Pues que el futuro iba a llegar e iba a decirme lo que tenía que hacer como hasta ahora había sucedido: 3º de Primaria...2º de ESO...Bachillerato...y así ocurrió...1º de Bellas Artes...3º de Derecho...Pero no. Lo cierto es que nadie ha tomado las decisiones por mí. Ni si quiera mi yo futuro sino mi yo de cada momento, a cada momento. Yo decidí cuando tocó lo que tocaría.

Así que nada de dejarle las cosas al que venga después, como me encanta hacer..."ya decidirá la Carmen del futuro" pienso a menudo...Pues bien, amiga...la paradoja es que la Carmen del futuro no es más que tú misma ahora. Ahora? sí, ya. Pero ya? Ahora mismo. En serio? Sí. De hecho esa que acabas de señalar, esa ya es Carmen pasada, como el agua. o es que no de acuerdas de José Ángel?"

Sí que me acuerdo. Lo recuerdo muy bien de hecho. Mi profesor de Lengua tratando de explicarnos que el presente no existe. José Ángel interpretó una coreografía de movimientos repetitivos en la tarima de aquel aula..."Porque esto que estoy haciendo ya es pasado, y esto ya es pasado y esto ya es pasado...entendéis?" decía mientras se desplazaba, no haciendo el moonwalker, pero con unos gestos que nos dejaron, a los 68 ojos que lo observábamos, bastante desconcertados. Esa coreografía triunfó bastante entre mi grupo de amigas, bastante amigas a su vez de hacer mofa de todo lo que nos rodeaba y sucedía en aquellos años de risitas y absurdeces varias.

Y aunque las intenciones de este joven eran buenas (aunque para mí fue un mayor más hasta que en una excursión de fin de curso, de colegio y de etapa nos confesó cómo era él a nuestra edad, entonces comprendí que era un joven como tantos otros...un mozuelo al fin y al cabo) porque intentaba explicarnos que tenemos que mirar hacia delante y que no hay aquí ni ahora, en realidad eso es lo único que existe creo yo.

Me estoy liando entre pasados, presentes y futuros que fueron, son y serán (o todo lo contrario) pero es que entre cambio y cambio de pañal, observando a un ser que tiene toda la vida por delante (tú también mujer! ya, bueno...yo creo que de mi vida, como mínimo el prólogo ya está escrito) pues te da por reflexionar sobre tu existencia. Bueno, eso y que tengo 25 años y nada por delante. Nada? O todo? 

Está bien, tengo un presente que se divide entre consecuencias de decisiones pasadas y dudas sobre oportunidades futuras. Vale? Queda claro? Pero a quién le estás explicando todo esto? Pues creo que a mí misma...Y qué has sacado en claro. No mucho en realidad. Ya...eso me temía. 

Bueno parece que sí que tengo una cosa clara. Y es que hay que (re)conocer quién fuiste para saber quién eres. Y que según Blanca ya es la segunda vez que cuando me pregunta "pero Carmen...cómo seremos?" yo le contesto lo mismo: "Pues como ahora. Pero mejores."

Pues eso. Que en el futuro...ese del que llevo renegando varios párrafos, seremos mejores. Y por qué estoy tan segura de esto? Pues porque habremos vivido más. Y vivir, como mi abuela le dijo a mi padre y este me repite (cuando le da por ponerse existencialista y no por echarme broncas por perder objetos que luego aparecen)...siempre será la mayor aventura que te puede ocurrir. Asi que venga lo que venga de esa cosa amorfa que es el futuro...será algo bueno.

INSERT COIN

Varias son las veces que he comentado cuantísimo necesito instalarme en MI cuarto. Es decir, me pueden dar cuatro paredes y un armario (grande, por favor) en cualquier lado. Pero eso no los hace míos. Tardo unos cuantos días en hacer que esa estancia se convierta en mi válvula de escape, en mi santuario particular donde poder hacer el indio o cambiarme de vestuario cuantas veces sean necesarias sin que nadie insinúe que estoy tardando demasiado en decidir.  Donde estar horas después de haber dado las buenas noches a los habitantes del hogar, después de cerrar el día, de despedirme del mundo. Entro en mi cuarto y paso a otra dimensión. La mía.

En este microcosmos no faltan referencias a todo tipo de recuerdos y situaciones en modo de miles de fotos, postales de viajes, de cuadros, antiguas, posters...lo cierto es que no lo he variado mucho en estos 6 años fuera. Lo que cuelga de mis paredes ha ido en aumento, conservando, por ejemplo, ejercicios de clases de Color 1.

Y ahora está todo en cajas. Esperando a que lleguen los kilos de blue tack para volver al lugar que les corresponde. Entradas de conciertos, de locales, notas absurdas, recortes de revistas, dibujos...

Pero tengo la impresión de que, por mucho que lo vista de seda, el cuarto de Vigo, cuarto de Vigo se queda. Siempre será el cuarto de casa de mis padres. Se acabó el cuarto de Madrid. Se acabó Madrid.

Han sido 6 años de vida universitaria en una ciudad que no me convenció hasta el final. Como un amor de verano cuando llega septiembre. Es entonces cuando te das cuenta de todo lo que has disfrutado, de cuánto le debes. Cada curso fue distinto al anterior. Y desagradecida de mi, llegaba echando pestes de ella. Madrid me ha dado mucho. Me ha dado una vida distinta. Y ahora, sin la perspectiva del regreso en septiembre, sé que la voy a echar de menos. Y hago una mueca pensando en el regocijo de todos aquellos que se rieron de mí por renegar de la ciudad por la que dicen se va al cielo. Ay Madrid! por increíble que parezca, por imposible que pudieran resultar estas palabras salidas de mi boca: Sé que volveré. Espérame.

Pero en realidad la ciudad es un todo, son tantas cosas. Es Colegio Mayor, cantar conduciendo la vespa, perderme por sus calles, Facultad de Derecho, noches, pisos, terrazas, mudanzas con calor, exámenes, lugares extraños que ves un día y jamás vuelves a encontrar, cañas, no conseguir un taxi, estudiar con un barreño con agua en los pies, los chinos que venden cerveza, comer una hamburguesa en Alfredo's, botellones con frío, la Gran Vía, llegar a casa con pintura en la cara, copazas prohibitivas, cines en V.O., horas en la Fnac, madrugar, que el plan sea que no hay plan, acabar en la casa del primo del compañero de piso del amigo de tu amiga, los Domingos, el edificio de escultura de Bellas Artes, los Viernes, pero sobre todo Madrid es gente. Son amigos. Tantos. Muchos ya se han ido, unos cuantos se conservan gracias a este invento que permite mandar un mensaje de "qué tal todo?", y un puñado viven contigo el día a día. El fin de semana a fin de semana. Eso es lo que realmente voy a echar de menos.

Mi cuarto no va a ser mi cuarto. Porque Madrid ya no es Madrid. Cuando vuelva será otro. Haré un libro-recuerdo de todos estos años y lo dejaré en mi estantería. Junto con la carpeta llena de cartas de niñas de 15 años que no entendían nada de este mundo traidor. Para qué? Pues porque hay que seguir adelante, siempre adelante pero sin olvidar. Y un día abrirlo y encontrar una puerta directa al pasado. Sólo sabiendo quiénes fuimos entendemos quién somos. Algo que, a veces, se me olvida.

Quemar etapas. Eso es.

Disfruta de tu último año como estudiante, espero que sea un GRAN AÑO. 

Disfruta de tu último año como estudiante, espero que sea un GRAN AÑO.

 

Lo fue.

Adios Madrid.