AGOSTO



Se acabó agosto y se acabó el verano. Porque agosto es el verano.

Agosto es ir a Baiona y no volver a Vigo para nada. Veranear a 20 minutos de casa puede parecer una tontería, pero cuando cuando entras en ese pueblo, cuando divisas el paseo con las banderas, los barcos y el castillo, a todo el que conoce Baiona "la Real" le cambia la cara.

Baiona es ir en bici y disfrutar de ese momento del que tantas veces has oído hablar a la señora que calceta "Baiona a esta hora es delicioso" y tú, aunque ya habías estado despierta a esas horas de la mañana, era para volver a casa con la vista y la mente algo nublada. Este verano entendiste a qué se refería. Cuando el resto del mundo aún remolonea en la cama, tú ya veías cómo las excavadoras pisan la arena preparando la playa para otro día más de sol (cuántos este año!) Y aunque tú te ibas a trabajar, hacerlo en casa de la tía Toya con esas vistas y un despacho de lujo para ti, es otro cantar.
Baiona es ir en bici y que tu amiga Marta te venga a buscar al portal en la misma que utilizaba cuando teníamos 10 años para dar un paseo como solíamos hacer a esa edad...sólo que ahora nuestros padres nos dejan ir hasta más allá del parque de la Palma, así que llegamos a cabo Estai. Y ya sé que no es Finisterre pero a mí me lo parece. Porque dejas las Cíes atrás y piensas que un poquito más allá está América. Y como yo soy una cagada, le digo al jefe del pelotón que relaje, que luego hay que volver. Como cuando vas muy lejos, a "lo hondo" en el mar y te entra el miedito porque no sabes qué hay por ahí abajo en "lo negro" y empiezas a ver a la gente muy pequeñita en la playa...pues igual. Además tengo la intención de volver sin utilizar el motor de la bici eléctrica-ultra-molona que el señor de gafas oscuras tuvo a bien regalarnos este verano. Y lo consigo. Y me merezco un chocolate con churros, pero tengo cena.

Cena tras cena. Eso es agosto. Cenas de bienvenida, y entre "hasta cuándo os quedáis" y "madre mía cómo han crecido los niños!", entre copas en el Capitán, aperitivos, cañas, excursiones y alguna que otra "noche de los tristes" llegan las cenas de despedida. Con los de siempre. Con los de mi pandilla de la playa, con los de la pandilla de los medianos y la de los mayores para los que siempre fui Carmencita y que ahora me aceptan como una más.
Los de siempre crecen y se multiplican. Y así la Barbeira (más conocida como "la playa del Parador") ve cómo sus rocas son pobladas por niños de la 4ª generación de Brandones en busca de cangrejos.
Baiona es un pueblo con 6 playas. Se pongan como se pongan los de enfrente...vale que no son comparables a la de Playa América o Patos...pero son 6! todas diferentes y cada una con su baño y su agua.

Pero los Brandón somos de la Barbeira. Nos colocábamos en las últimas rocas del principio de la playa (hablo de principio y final de una playa que no debe medir más de 150 metros) Y ahí bajaba la gran abuela Pita, matriarca y señora todos los días esquivando obstáculos con un andar de dignidad infinita.

Ay Pita! cómo se te extraña. Baiona eres tú. Y es que sigamos diciendo que "voy a casa de la abuela" aunque ya no estés y el testigo de anfitrión lo haya recogido el señor de gafas oscuras, quien prometió que siempre habría queso, lomo, jamón, vino y pan caliente y cumplió su palabra. Bravo!

Baiona es ese jardincito que tanto vale para una paella de 20, un desayuno de 15 con varios turnos y varias cafeteras hasta que alguien dice "que me tengo que ir a hacer la comida!" o para un cocido de 30 en pleno agosto. Incluso para las partidas de burraco diarias hasta que se hace de noche con el jefe pululando y rosmando "cuánto vicio Dios mío!"
Baiona son mis tíos, mis primos y mis sobrinos. Es esa casa de la abuela en la que cabemos todos aunque haya que apretarse. En la que vienen a dormir todos y a mí me toca sofá. Es lo divertido.

Agosto son 15 días de estrés vacacional. De playa, ducha y salir otra vez. De planes. Tantos planes! Demasiados planes. Luego llegan los 15 últimos días donde todo se relaja. Donde los de siempre, esos a los que sólo ves esa quincena pero con los que recargas pilas para todo el año, vuelven a sus vidas soñando con el año que viene. Agosto es exprimir sus 15 primeros días y disfrutar hasta el final. Hasta que los días se van acortando. Hasta que la luz de septiembre que tanto gusta al señor de gafas oscuras, va ganando terreno. Hasta que un sentimiento de melancolía te atrapa porque ya, parece que sí, que es verdad... se acabó agosto.

Pero lo hace dejando momentos para el recuerdo. Como la inevitable sonrisa al escuchar una y otra vez las típicas frases baionesas: "esto abre" "los barcos apuntan al sur, malo" "el agua está buenísima" "yo creo que un poco más fresquita que ayer" o la clásica tortura del jefe y su "A forrar los libros!" recordándonos que "la vida no es esto" Ya sabemos que la vida no es esto...pero esto es vida.

Te sorprendes hablando un día con los que quedabas "a las 5 en Camy", recordando cuando el parque de la Palma era de cemento y los columpios de hierro, la mítica cafetería Atlanta, donde, cuando no había móviles, sabías que tus padres estarían por si querías dinero para tomar un helado de la Gamela. Recuerdas cuando jugabais a polis y cacos en el Club de Yates y los porteros os reñían, cuando no os dejaban entrar en el Persígueme Rodríguez, recuerdas cómo tenían que convencer a la señora que calceta para que te dejase salir con ellos porque siempre fuiste la pequeña...Entonces piensas que te pareces a tu padre cuando cuenta cómo había que ir a la Barbeira en barco y para ahorrarse el dinero iba con los tenis en la boca. Cuando habla de una Baiona con tres casas, cinco familias y un muro en el que comer pipas. Pero es que Baiona es que es un pueblo en el que tengo recuerdos desde siempre.
Porque si alguien puede decir que es de Baiona soy yo. Lo soy de desde hace 26 veranos, mi padre desde hace 64, mi abuela Pita lo fue toda su vida y su madre nació en este pueblo donde arrivó la Pinta allá por el 1493 y que fue en su día mucho más grande que Vigo...y su casco vello así lo confirma. Y aunque no seas de Baiona, te haces. Que se lo pregunten a la señora que calceta, una de Corujo que se convirtió en baionesa y que según mi padre conoce a más gente que él.

Agosto es ver la silueta de las Cíes entre naranjas, rojos amarillos y violetas. Ver al Sol caer entre las islas cada día un poquito más a la izquierda. Es decir adiós al día mucho más tarde que el resto de la península, sabernos unos privilegiados y que alguien suelte el clásico "no sabemos lo que tenemos". Pero la verdad es que no nos lo creemos.

Agosto es un mes para disfrutar. Y yo este verano lo he hecho. Son noches, lugares y momentos. Estar en casa, salir y no entrar, no parar, descansar, leer, hablar, reír, tomar unas cañas, reunirte con la familia, con los amigos, playa con niños, playa con amigas, que un día llueva y al siguiente salga el Sol. Agosto es tomarse un helado de yogur y limón. Son baños infinitos en aguas que podrían ser el Caribe si no fuese por la temperatura. Agosto es disfrutar.

Agosto es verano, verano es Baiona...y Baiona "es bien"

LAS COSAS POR SU NOMBRE

Le estoy siendo infiel a Jacinta (mi moto) con Pepa (mi nueva bici).

Lo de nueva es un decir, porque es de segunda mano, pero comprándola contribuyo a que se envíen bicis a África. Y esto no es lo único positivo que me aporta "la otra", resulta que hago ejercicio y se comenta que esto es "gud for yu".

En fin, que estoy muy contenta con Pepa, pero no puedo evitar, cuando veo una moto pasar, acordarme de la pobre Jacinta...en Vigo, siendo conducida por la señora que calceta (Meu Deus) y de vez en cuando por el primer intento de mis padres por de tener una hija (MEU DEUS). Yo sufro en silencio su ausencia...pero tengo unas necesidades vehiculares que Pepa me cubre muy dignamente.

Suena tan ridículo lo de llamar por un nombre propio a estos aparatos con ruedas...pero es una manía que me persigue desde mis tiempos mozos (aquellos en los que se me caían los dientes y no tenía flequillo)

Cuando montaba mis poblaciones de clicks (para los que no os apellidáis González García: playmobil) todos los miembros de las diversas familias tenían nombre. Ya he comentado alguna vez aquí, la insistencia de mi hermano Zanti en que pusiera nombres ingleses como John o Peter y no la cutrada de Juan o Pedro...se ve que las series americanas le influían bastante. Y digo "diversas" familias porque debido a un inconsciente pero continuo sometimiento de mis jóvenes oídos a las tremendas a la par que adictivas y muy reales "películas de después de comer", estaba habituada a todo tipo de crisis y situaciones que podían marcar el desarrollo de un click pequeño. Por ejemplo, Luis, de 7 años, se acababa de mudar con su padre, Ramón, de 40, tras el trágico accidente sufrido por su esposa, Paula, a la cual Ramón empezará a olvidar cuando conozca a la maestra de la escuela (que era la parte más guay del pueblo, con encerado y todo) Marta.

Qué edad tenías Carmen? pues unos 10 años...y cuánta imaginación para el drama? se podría considerar preocupante.

También tengo una muñeca con trenzas y gafas llamada Molly (el nombre ya venía, si no de qué!) y un bebé negro: Luis. Subsisten en mi altillo a la espera de un futuro mejor. Son los únicos que me resistí a entregar a las nuevas generaciones de Garcías.

Y luego está la otra manía persecutoria de cuestionarme (cambiando de opinión cada pocos meses) cómo le llamaría yo a...un barco? Piraña, un edificio? Residencial Piraña, una banda de rock? Es te es complicado, un bar de copas? (ese sueño que en algún momento toda pandilla de amigos ha tenido y que se acaba descartando por miedo a las pérdidas en invitaciones?) Ninguna Parte. En este caí hace poco. "vamos a Ninguna Parte?", "Dónde estás??, es tardísimo!!" "Mamá, estoy en Ninguna Parte", "Dónde quedamos?" "En Ninguna Parte" "Estás de coña?", "En Ninguna Parte las copas son baratas" (Verdad verdadera)

En fin. Que bien sea por mi complejo de nombre común, o por mi manía de preguntar los nombres de los futuros seres que habitarán este planeta, o por lo que me fijo en los nombres de las calles que transito, premiando su originalidad, creo que se puede decir que me gusta llamar a las cosas por su nombre. También me gustan las cosas claras y el chocolate espeso (grumos de Colacao siempre) pero eso es ya otro tema.

Ahora me voy a dar un voltio con Pepa. Con la azul, fina y pequeña Pepa.