LAS COSAS POR SU NOMBRE

Le estoy siendo infiel a Jacinta (mi moto) con Pepa (mi nueva bici).

Lo de nueva es un decir, porque es de segunda mano, pero comprándola contribuyo a que se envíen bicis a África. Y esto no es lo único positivo que me aporta "la otra", resulta que hago ejercicio y se comenta que esto es "gud for yu".

En fin, que estoy muy contenta con Pepa, pero no puedo evitar, cuando veo una moto pasar, acordarme de la pobre Jacinta...en Vigo, siendo conducida por la señora que calceta (Meu Deus) y de vez en cuando por el primer intento de mis padres por de tener una hija (MEU DEUS). Yo sufro en silencio su ausencia...pero tengo unas necesidades vehiculares que Pepa me cubre muy dignamente.

Suena tan ridículo lo de llamar por un nombre propio a estos aparatos con ruedas...pero es una manía que me persigue desde mis tiempos mozos (aquellos en los que se me caían los dientes y no tenía flequillo)

Cuando montaba mis poblaciones de clicks (para los que no os apellidáis González García: playmobil) todos los miembros de las diversas familias tenían nombre. Ya he comentado alguna vez aquí, la insistencia de mi hermano Zanti en que pusiera nombres ingleses como John o Peter y no la cutrada de Juan o Pedro...se ve que las series americanas le influían bastante. Y digo "diversas" familias porque debido a un inconsciente pero continuo sometimiento de mis jóvenes oídos a las tremendas a la par que adictivas y muy reales "películas de después de comer", estaba habituada a todo tipo de crisis y situaciones que podían marcar el desarrollo de un click pequeño. Por ejemplo, Luis, de 7 años, se acababa de mudar con su padre, Ramón, de 40, tras el trágico accidente sufrido por su esposa, Paula, a la cual Ramón empezará a olvidar cuando conozca a la maestra de la escuela (que era la parte más guay del pueblo, con encerado y todo) Marta.

Qué edad tenías Carmen? pues unos 10 años...y cuánta imaginación para el drama? se podría considerar preocupante.

También tengo una muñeca con trenzas y gafas llamada Molly (el nombre ya venía, si no de qué!) y un bebé negro: Luis. Subsisten en mi altillo a la espera de un futuro mejor. Son los únicos que me resistí a entregar a las nuevas generaciones de Garcías.

Y luego está la otra manía persecutoria de cuestionarme (cambiando de opinión cada pocos meses) cómo le llamaría yo a...un barco? Piraña, un edificio? Residencial Piraña, una banda de rock? Es te es complicado, un bar de copas? (ese sueño que en algún momento toda pandilla de amigos ha tenido y que se acaba descartando por miedo a las pérdidas en invitaciones?) Ninguna Parte. En este caí hace poco. "vamos a Ninguna Parte?", "Dónde estás??, es tardísimo!!" "Mamá, estoy en Ninguna Parte", "Dónde quedamos?" "En Ninguna Parte" "Estás de coña?", "En Ninguna Parte las copas son baratas" (Verdad verdadera)

En fin. Que bien sea por mi complejo de nombre común, o por mi manía de preguntar los nombres de los futuros seres que habitarán este planeta, o por lo que me fijo en los nombres de las calles que transito, premiando su originalidad, creo que se puede decir que me gusta llamar a las cosas por su nombre. También me gustan las cosas claras y el chocolate espeso (grumos de Colacao siempre) pero eso es ya otro tema.

Ahora me voy a dar un voltio con Pepa. Con la azul, fina y pequeña Pepa.