SEPTIEMBRE

Septiembre es el mes de la melancolía por excelencia. Es un mes de reflexión y de volver a empezar. Con el verano que poco a poco va diciendo adiós y del que cada día vemos un poco menos de luz...de esa luz tan distinta y especial, como siempre dice el jefe, que tiene este mes.

Y son cumpleaños. De amigos, de mi amiga Marta con la que comparto veranos, llamadas y cafés que alargan la vida...Y de familia. Muchos Virgo por aquí, tías, primas, el tío Manuel que es más chulo que un ocho y no lleva demasiado bien esto de celebrar un año más respirando...pero no hay excusa para olvidarse a nadie porque son cada tres días. 

Empiezo yo. El 8. Una fecha con la que me llevo peleando desde pequeña. Sin amigos de verano que ya se habían ido prometiendo escribir y tampoco los del colegio, que no había empezado aún y no sabías quiénes iban a ser ese año. Porque las amistades eran realmente peligrosas en aquellos tiempos en que los "Pues ya no soy tu amiga" se lanzaban con una frialdad digna de Hannibal Lecter.

Así que septiembre es mi mes aunque tenga una relación complicada con él. Porque es que sí pero no. Es bonito pero es depresivo. Es ver maniquíes abrigados en los escaparates cuando aún estás en sandalias...y que de repente llueva pero aún haga calor. Se acabó la juerga. Vuelta a la rutina, a los uniformes y a los corticoles. Adiós a las horas en la toalla al Sol y a esa fotos de gente feliz y guapa que revisitarás en unos meses.

Septiembre huele a libros nuevos y sabe a leche con miel, que cura todos los males.

En septiembre empieza la estación con mala rima a la que a pesar de necesitar unas vitaminas, hay que reconocer el mérito de ser muy bonita. Será que a mí siempre me gustaron los colores poco saturados y esa gama de días marrones y grises, después del empacho de colores flúor de la pasarela veraniega, no hace mal a nadie.

Septiembre es un ordenador que se reinicia. Y le cuesta un poco arrancar. Se vuelven a abrir todas las ventanas que dejaste abiertas antes de verano...y te encuentras de bruces con la realidad.

Septiembre...ay septiembre. Que te vas ya! Dejando paso a octubre, a las lluvias y a los días plomizos. A los abrigos, a las botas y a las tardes en casa de manta, peli y sofá. 

Así que habrá que despedirte. Como a la señora que calceta, que se fue del hospital. Hoy fue el primer día que el despertador no sonó a las 6:45...aunque estoy convencida de que madrugó igual. Y le llevó el café al señor de gafas oscuras y me lo traería a mí si aún estuviese en casa.
Pero Carmen García Senra que se confundía alguna vez al coger el teléfono en casa y contestaba "Secretaría de urología dígame?" ha dejado de hacer llamadas, de rellenar informes y de organizar la vida a todo un servicio. Creo que se emocionó un poco...porque todos se despidieron de ella. Y digo todos: celadores, médicos, adjuntos, limpiadoras, residentes, administrativos, los de la cafetería...donde tantos desayunos tomamos después de unos análisis y tantas conversaciones difíciles y tantas carcajadas con Nany tuvieron lugar...
Pero es que mamá, coñe, 40 años son muchos! Ese edificio que se ve desde todo Vigo no tiene secretos para ti. Y tenía que decirte adiós como te mereces. Porque has trabajado mucho, has hecho la vida más fácil a otros tantos y sobre todo, lo has hecho todo con buen humor. "Hay que tener peso en esta vida"...y tú lo tienes. Enhorabuena por el merecido descanso pero te doy hasta Navidades. Luego empezaremos...con todas las ganas del mundo, otra aventura. La tuya.

Y para acabar este mes y este post, hoy, su último día, es el cumpleaños de Gonzaga.

Un tipo caótico, un tipo divertido, un tipo bastante genial con todo lo bueno y lo malo que ello conlleva...pero sobre todo un tipo al que tengo mucho cariño y al que puedo llamar amigo.
Felicidades pues mon ami!