MAÑANA DIOS DIRÁ

Puede que tenga que trabajar hasta los 67 años pero ahora mismo no sé ni cuándo voy a empezar. Por no saber, no tengo ni la más remota idea de dónde voy a estar en septiembre, cuando llegue a los 24 otoños en este mundo traidor. A esa edad la señora que calceta estaba casada y con su vida encarrilada. Y yo, en cambio, aquí me hallo. En un cruce de caminos.

Sé que muchos han pasado antes por aquí. Pero es un lugar del que por mucho que te hablen, hasta que no lo vives, no sabes lo que es. La gente te habla, te comenta, te aconseja…pero al final es una decisión que tomas solo. No se puede culpar a nadie más que al que te mira desde el espejo si resulta que te equivocas. Me dan mucha envidia las personas que tiene su rumbo claro. Mi brújula debe estar estropeada, un día señala al Oeste y otro a Sureste pero todavía no sé dónde está el Norte.

La incertidumbre es un asco pero tiene a su favor el que está todo por ver, por hacer y por vivir. Todo lo bueno y todo lo malo. No sé a dónde me dirijo pero procuro no quedarme parada. Y mientras me pregunto sobre un futuro incierto que está a punto de llegar, entro y salgo de una rutina aplastante, de una vida que ya no es la mía. Estoy aquí y ahora pero pienso en mañana.

Y qué es mañana? Una ilusión (ante)