Cuando estudio hago tres lecturas de los apuntes
- Una primera exhaustiva. Lenta. Subrayando con edding 1200 amarillo fosforito número 65. Doble línea, zig zag o recuadro supone tener un nivel. Después de concluirla siempre creo que va a ser imposible que me de tiempo pero me queda el consuelo de al menos haberlo visto todo una vez.
- Una segunda lectura en la que se repasan los títulos con Stabilo boss original amarillo, si es que no se ha hecho ya y se destacan palabras o frases importantes, incluyendo algunas ya recuadradas (doble nivel). Pero la herramienta principal es el portaminas. Con él se acabaron los problemas del poco espacio para anotar en los márgenes. Y no vale el lápiz? No. Por qué? Pues porque se va quedando sin punta y de los trazos finos y depurados se pasa a los gruesos y toscos. Y esto no está bien. Ahora, os tengo que advertir que la mina 0.7 es peor que un lápiz de ojos y la 0.3 es permanente porque de lo delgada que es hace un surco en el papel que no cicatriza. así que SIEMPRE 0.5. Que no os la den con queso. Con el portaminas se subraya lo básico de lo fundamental y ello será único que mis ojos percibirán en la siguiente lectura. Pero mi amigo recargable tiene también la misión de dibujar los símbolos de peligro. Esos triángulos con exclamación son el mejor aviso. Hubo tiempos en que dibujaba ojos pero sin duda se impuso la señal que puede significar que fijo que cae (los menos) o que es muy probable que me confunda (los más)
- Y para terminar, la tercera. Esta es la más pesada, soporífera y cansina de las lecturas. Cuento las páginas, hago reglas de tres al estilo “si en media hora me leí 15 carillas bien, en 2 me podré leer 80 regular?”, me autoimpongo metas “venga hasta las 18:00, 2 temas más”, me doy premios si cumplo objetivos “un café…y una napolitana!” y me aburro. Pero taaanto. Porque en las lecturas anteriores tenía que subrayar y las distracciones se reducían a algún dibujo esporádico o a alguna anotación para mi yo futuro “cuando vayas por aquí te quedarán sólo 20 folios” o “Carmen, imbécil, estudia!”, pero ahora sólo tengo que estar delante de la hoja y esperar a que mi memoria actúe. Qué satisfacción cuando se adelanta a lo que voy a leer “ahora viene lo de…sí, vale, y luego…mmm vale”…pero de pronto…chan, chaaaannnn…una señal de peligro y una anotación que no entiendo…“Esto está mal” pero entonces voy a la fuente original y no sólo a lo subrayado con grafito, sino también a lo amarillo ya casi olvidado y entonces entiendo. Y cuánto me cuesta reconocer que mi yo pasado tenía razón. Y cuánto me enfado conmigo misma por desconfiar de migo misma.
Y llega el día del examen y se hace una última lectura que en realidad no es tal porque se reduce a pasar folios y no ver ni si quiera lo subrayado con Estabilo, remarcado con edding en zig zag, recuadrado con portaminas y con señal de peligro al lado. Porque ahí sólo tengo sueño y ganas de acabar con este doloroso trance que son los exámenes.
Que por mucho que se insista en la vida del estudiante, sé que NO los voy a echar de menos.