SEGUNDAS OPORTUNIDADES

Todo empezó cuando alguien me dijo que creía que unos amigos iban a volver. Yo le pregunté si se alegraba y me contestó que mucho. Porque le gustaba mucho ella y le gustaba mucho su amigo...pero que sobre todo era muy fan de los dos juntos. 

Me gustan las segundas oportunidades. Me gusta saber que hagas lo que hagas, aunque te equivoques, no pasa nada. Tienes otra oportunidad. Seguramente por eso escribo con portaminas. Y seguramente por eso se me da tan sumamente mal lo de escoger en el menú de un restaurante y casi siempre acabo copiando a alguien. Al menos si nos equivocamos tendremos el consuelo mutuo de ser dos idiotas y no sólo uno. 

Poder borrar. Supongo que es eso. Pero muchas veces no hay Control + Z en la vida. Es esto o lo otro. O lo de más allá. Y no hay vuelta atrás. Habrá otros "estos" y otros "lo otro" pero nunca serán "aquellos".  Se trata de ir cogiendo trenes, no? que esa metáfora le encanta a todo el mundo. Bueno pues a los que se empeñan en decir que es bonito les recomiendo el viaje en Alvia Madrid-Vigo, sobre todo las últimas dos horas, desde Ourense a 83 km por hora. 

Pero en realidad todo gira en torno al miedo. El miedo al error y al fracaso. Y tiene coña porque una de mis citas preferidas es "Fail, fail again, fail better" que viene traduciéndose por un "Falla, falla otra vez, falla mejor". (Hay quien dirá que significa "fracasar" pero es una palabro demasiado duro a mi parecer) Puedes equivocarte, puedes errar todas las veces que quieras pero no debes sentirlo como un fracaso.

Pero esto iba de segundas oportunidades, no? De que creo firmemente en ellas.
Creo en dársela a ese libro con el que te atascaste, a esa serie que no te enganchó pero que tanto te recomendaron, a aquel jersey que te regaló tu madre y que no te convencía demasiado pero que te acaba encantando y a esa persona que te decepcionó o incluso te hizo daño. Y creo que hasta los más malos malísimos, esos que se merecen ir a la cárcel, deben pasar por ella como un sistema de reinserción social y no como un mero castigo. 

Creo que la gente cambia y que cada día es una oportunidad para ser mejor. Aunque después de escribir esto me he planteado seriamente llamar a un exorcista pues creo que me ha absorbido el espíritu de Paulo Coelho. Pero no creo en los ultimátums. Ni creo que mi yo de ayer tenga la razón absoluta sobre todo y, por lo tanto, puede que me haya equivocado. 

Creo en las segundas oportunidades. Y punto. 

Hoy he visto cómo una jueza le decía a al preso si se acordaba de ella, de la escuela. He visto como éste se derrumbaba al reconocer a la niña con la que solía jugar al fútbol y ahora estaba en el estrado mirándole entre decepcionada y triste. He visto cómo ella le decía que sentía muchísimo verle en esa situación y que esperaba de corazón volviese a coger el rumbo de su vida. Y lo cierto es que me la creí. Y puede que él también.

DOS DE JULIO. LOS PRINCIPIOS

Los principios son la releche. Todo por descubrir, todo por hacer.

La mejor parte de cualquier trabajo que haya hecho ha sido siempre el dar con la idea. Luego se distorsiona hasta hacerse real. En tu cabeza todo suena mejor. En tu cabeza todo va bien. Todo encaja. Todo funciona. Luego llega ese cabrón del tiempo que se junta con el espacio y hace que tu principio, tu idea, se muera y se convierta en un desarrollo, en una realidad. 

En las relaciones pasa un poco lo mismo. Todo explosión, todo jugoso, todo por ver y descubrir del otro. Nada que entender, sólo seguir. Todo es nuevo. Flash! Flash! Puede durar esta sensación de emoción mucho tiempo? No. Pero tú estas loco o qué? Nadie puede vivir permanentemente en el vagón justo antes de descender por una montaña rusa. Qué incertidumbre! Tírate! y te sorprenderá comprobar que también disfrutas del viaje. 

Hablando de viajes, tengo la sensación de que el mejor día es el anterior a empezarlo. Cuando aún no se ha perdido ni un minuto de vacaciones. Cuando está todo por ver y todo son expectativas. Al principio. Esos chats previos a despedidas y reuniones echando humo y todo el mundo con "unas gaaaaanas" tremendas de verse. Pura adrenalina.

Pero los principios son, a la vez que un subidón, un canguelo tremendo. Empezar algo es cagarse de miedo. Al menos para mí. Llegan todos esos millones de "Y sis?" que te hacen ir andando como en un campo de minas. Pero no es así, coñe. Qué es lo peor que te puede pasar? No vas a salir por los aires. Como mucho te estampas, te hundes un poquito y luego te levantas. Y lo haces, ojo!, siendo mejor que antes.

Entonces en qué quedamos, niña? Los principios te gustan o te asustan?

Pues qué se yo. Todo tiene su parte buena. Pero a mí las segundas fases, cuando las cosas marchan y ya tienes un poco más de seguridad en ti y en lo que estás haciendo, creo que me gustarían bastante. Y digo creo porque el señor de gafas oscuras, con ese aura metafísica con la que adorna todas su charlas, me dice que no estoy ni en el primer capítulo de mi vida. Yo lo que pienso es que este señor no es consciente de que en mis primeros años en Madrid viví por mí y por todos mis compañeros...pero quiero creer que algo de razón sí que tiene, más que nada porque me apetece bastante lo siguiente. Y el no saber, también.

Y aquí llega el final de una entrada sobre principios. Sobre esos que no tengo nada claros. Los otros, los de "eso va contra mis principios" creo que más o menos sí. O no. 

En fin, se acabó. Ya estamos en marcha con esto de escribir una entrada al día. Ahora sí que empieza lo bueno...lo malo y lo regular. Empieza todo. Aquí. Ahora. Día dos. Adiós! 

UNO DE JULIO

Escribir una entrada del blog al día
en julio esa es mi intención
puede que se quede en tentativa
el fracaso es siempre una opción 

Pero con los años he comprobado
que el “ahora lo hago por mis narices”
es una actitud inherente al ser humano
pues cumplir retos nos hace felices

Habrá días que escriba sin pensar
y otros será una obligación
A mí me gusta mucho procrastinar
y acabar haciendo las cosas bajo presión

No tengo dinero, ni tampoco mucha fe
no me parezco a Nina Simone
mi vida más fácil es
Aquí nadie impone.

Me voy a tomar un té
y pensar en mañana 
Sobre qué escribiré?
Pues aún no lo sé.

Pero de una cosa estoy segura,
la mediocridad no tiene cura
y aburrirse es de idiotas.

WRITE. RIGHT?

Escribo sobre lo que me pasa. Pisar una baldosa en la calle y empaparme, hacer cola, ir al cine...Aunque dedico muchas entradas a la familia, porque son los que van a tener que aguantarme diga lo que diga, no suelo escribir sobre las relaciones que tengo aunque indirectamente todas las personas que me rodean me afectan y me hacen ser quien soy y reaccionar así a las cosas. 

Toda historia puede ser bonita o terrible según la cuentes. Lo mismo pasa con las personas. Nadie puede ser sólo bueno. Nadie es capaz de complacer a todo el mundo. Si es muy buena es que es demasiado riquiña. Si es un capullo es que es un egoísta. Estoy segura que hasta Gandhi dejo sin contestar algún mensaje de una pobre chiquilla enamorada. Todo se puede contar con un filtro de Instagram que oculte convenientemente las arrugas.

Las relaciones humanas son complicadas. Tanto como las personas. Y hay una persona (con sus cien mil aristas), por cada huella dactilar. Así que hagan cuentas. Y ahora explíquenme como es posible que a pesar de todo sigamos reproduciéndonos como especie. Porque hay veces que me parece imposible que surja ese "match" entre dos personas aunque ahora una aplicación de ligoteo nos diga que en realidad es muy fácil. 

Me parecen demasiados parámetros, demasiadas variables. El momento, el momento laboral y personal de cada uno. El lugar. Estoy yendo, ah, pues yo me iba ya...el coincidir en gustos, en cuánto das y cuánto cedes. El ser tú completamente y que al otro le gustes así. Y viceversa. Uf!...Fácil es empezar. Difícil es continuar. Difícil es saber dónde está el Norte en las relaciones. No hay brújula para eso. 

Pero a pesar de todo seguimos trayendo al mundo pequeños seres cabezones y risueños. Será, supongo, que lo bueno pesa más que todas esas cosas que, si te empeñas, puedes sacar de cualquier persona. "No es tan divertida, no contesta a los mensajes, es un poco mandona, en realidad no me gusta como viste o cómo trata a su perro"...  

Cosas. Pequeñas cosas. Esas son las que hacen que todo sea o nada salga. 

Cuánta importancia hay que darles? Puede que yo les de demasiada. Puede que espere demasiados pequeños detalles que en realidad no me dejan ver un todo. Un todo que es mucho más simple. Un todo que es como un cuadro del Renacimiento en el que tienes que alejarte para entender qué está pasando realmente con toda esa gente. 

Pasa que estas aquí. Tienes una buena vida. Unos buenos amigos. Una buena familia. Has viajado. Te gusta comer rico y lo consigues muy habitualmente. Tienes conversaciones interesantes. Tienes toda la información del mundo al alcance de tu mano. Tomas pan caliente por las mañanas...

Qué más quieres? Qué coño importa lo demás? Quién es ese futuro del que hablan y por qué se ha colado en mi fiesta? 

El futuro es ese amigo al que ves de vez en cuando y aún no has decidido si te cae bien o mal. Es ese amigo que te pregunta cuánto ganas? O te dice como un piropo pero que en realidad es medio insulto, que le parece "increíble que aún no tengas novio". 

Pero a lo mejor lo único que falla en esa frase es el "aun" y no deberías tomarte las cosas tan a la tremenda. No habíamos quedado en eso? En que importa el todo y no las partes. Las pequeñas partes, minúsculas e inapreciables al ojo humano?

Entonces nada importa? O todo importa?

Cuánto pesa una idea? Me preguntaba hace poco. Cuánto pesa una frase? O un beso? Cuánto pesa el momento?
Cuánto importas? Cuánto te importa? Cuánto te importas?

Espero que mucho. Al fin y al cabo vas a tener que aguantarte toda la vida. Con sus pequeñas y grandes cosas. Y con tus pequeñas y grandes aristas.

Por ahora creo que me voy a acabar este té y esta galleta con muchas calorías y voy a seguir leyendo. 

 

LO QUE CABE EN 40 AÑOS

40 años. Se dice rápido. O a lo mejor lo digo yo así porque hablo atropelladamente pero en realidad son cua-ren-ta-a-ños. 

Y todo lo que cabe en 40 años.

Cabe que te digan "Qué guapo vas!, Quién se casa?" Y tengas que responder "Pues yo" Porque erais tan chulitos que pasasteis por la vicaría un viernes y antes fuisteis a trabajar. Queríais casaros. Pero ya. Aunque al final tuvisteis que esperar algún mes más y aunque Florencio no te dejase salir a cenar con ese abogado de 25 años el día anterior a convertirse en tu marido. Porque ya habíais pasado por esas etapas de haceros los guays el uno con el otro. Que si no quedamos, aparecemos. "Que no, que ya se fue. Ah sí? Pues que le den morcilla. Pero quién es esta imbécil? Pues una García Senra y a ti se te queda cara de tonto cada vez que la ves. Pero mira que me voy a Londres. Bueno pues vete. Pero dónde está la Garci? Se fue. Por cierto, me mandan un recado para ti...que eres un idiota. Vale, recibido" Telegrama para felicitar el santo...y de paso para pedirle que vuelva. "Bueno pues ya veremos". Pero volvió. Pidió lentejas, adelgazó el pandero que se le había quedado después de comer tantas cookies y le dijo que sí entre carcajadas al joven con gafas oscuras arrodillado en medio de un paso de cebra.  Se casó con ella. Con la Garci. Y se cayó con ellas. Con las gafas oscuras, claro.

En 40 años caben hijos. Concretamente 3. El primero, el deseado. Niño más limpio no había. Y qué listiño oiga! a la madre se le cae la baba. El segundo hacía el pack. Y tampoco lo hubo más movido. Estoy segura de que, como vaticinaba el tío Luis, al ángel de la guarda de Santi lo ascendieron a arcángel por el trabajo que le dio. Y la tercera, una santa (que no lo digo yo, lo dicen quienes me conocieron en aquellos tiempos) Y menos mal que fue niña porque llegó un poquito tarde, cuando ellos menos lo esperaban.

Pues ni tan mal no? Aunque alguna vez les pregunté cuándo había sido el mejor momento con nosotros y la señora que calceta no dudó en contestar "Cuando ya fuisteis mayores y estabais criaditos". Pero en 40 años uno se olvida de las noches en vela por llantos, de las malas notas, de los ataques de asma, de las noches esperando porque dónde narices se ha metido?! Esas cosas se olvidan seguro. No? Y sólo te quedas con los buenos trabajos, con las risas sin dientes, con los dibujos del día del padre, con los abrazos inesperados, con las entradas en los cuartos de todos para darnos un beso...

Bueno pero no vamos a engañarnos tampoco, en cuarenta años caben broncas. Claro! Dos buenos caracteres tenemos aquí. Los ojos en blanco de una, los gruñidos del otro...esto me lo conozco. Las broncas en bucle al estilo González, un clásico. Al quinto viaje que hace a tu habitación, todo solucionado, pero de los 4 anteriores recordándote cosas que has hecho mal, aunque fuesen hace 2 años, no te libraba nadie.

En cuarenta años cabe una vida juntos. Primero cinco. Ahora dos. Y los fines de semana, nueve...por ahora. Caben nietos y caben babas. Babas por doquier.

En cuarenta años caben llamadas. Aquella a Londres que lo empezó todo. Y mucho después esas llamadas desde Madrid, desde Southampton o desde Grecia. Llamadas de consuelo para el desconsuelo. Llamadas de "Qué, cojones! tienes familia!" Llamadas de buenas noticias. Llamadas de otras tristes. Llamadas para volver a casa. Llamadas a casa de los Barreras pidiendo que por favor subiese Álvaro a decir que Santi colgase el teléfono de una vez porque el que paga la factura estaba intentando avisar a la que todo lo encuentra y todo lo arregla, que la esperaba Nosedonde para cenar.

En cuarenta años caben noches jóvenes que se hacen de día, y también muchas tardes en el sofá. Caben peleas porque el señor este se empeña en no coger ni por asomo un plato para las migas, que con los años se convierten en carcajadas y en "Qué paciencia tengo...". Porque la gente no cambia, señora. Como mucho evoluciona. Y mucho ha evolucionado este ser. Triunfo total.

En 40 años cabe bailar y cantarse "La distancia" al oído aunque el señor de gafas oscuras siempre fue más de barra. Cabe seguir picando a la señora que calceta diciendo "Pregúntale a tu madre cuánto le costó eso, ya verás!" porque sabe que a ella le encanta eso de comprar bien, bonito y barato.

Caben Navidades con discursos existenciales y fatalistas. Caben ocultamientos de información por el bien común que han conseguido que el pobre señor de gafas oscuras salte a menudo con un "Pero qué pasa???" porque se cree que lo mantenemos en la sombra. Caben canas. Tantas como para teñir el pelo de blanco.

En 40 años cabe asumir derrotas y cobijarse en el otro. Cabe compartir historias y victorias. Cabe emborracharse con champán y comer Findus congelados durante un año porque el sueldo no daba para más. Cabe construir, dudar y a pesar de todo seguir. Cabe plantearse si merece la pena todo esto. Y cabe también que la señora que calceta me diga que repetiría sin dudar.

En cuarenta años de convivencia cabe conocerse muy bien. Y sentirse cómodo en compañía. Al fin y al cabo lleváis mucho más tiempo juntos que separados. Cabe saberse las historias del otro de memoria. Cabe adelantarse a los movimientos y conocerse las reacciones. Cabe reconocerse en el otro y aún así no haber perdido ni un ápice de lo que es cada uno.

Pero lo que más cabe en 40 años juntos es complicidad, supongo. Amor del bueno, claro. Y risas sobre todo. 

En cuarenta años cabe querer mandarse al carallo muchas veces y sin embargo no querer vivir sin el otro.

Cabe ser marido y mujer y ser padres. Y nunca dejar de serlo. Con el chollo que da ser padres! Cabe cumplir la tarea con creces y cabe seguir haciéndolo porque hay una que aún precisa de su madre le diga de vez en cuando "No te voy a vivir toda la vida"

En cuarenta años cabe todo. Cabe ser felices y estar bien. Cabe estar regular, bajar, subir y vuelta a empezar. Cabe afrontar los años que quedan con ganas.

Caben otros 40? Ojalá.

En cuarenta años de matrimonio cabe que una hija os diga que desde su punto de vista, por estos 28 que lleva observándoos, firmaba por una historia como la vuestra.

Feliz aniversario jefes. 

Continuamos para Bingo.


ALGUNAS PEQUEÑAS COSAS QUE HACEN QUE LA VIDA VALGA LA PENA (VOL XVII)

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Pasar la línea de meta

Que llueva pero haga calor y no te importe mojarte

Quedarte solo en casa y cantar en la ducha como si no hubiera un mañana

Las xoubas esparradas 

Un buen tomate, de los que son sólo carne y muy rojo 

Cenar con la tía Guada en Madrid

Un mensaje. Qué mensaje? Ese mensaje.

La señora que calceta trayéndome un tupper al trabajo

Coger la moto porque sí y llegar hasta la playa

Ese momento en que eres consciente de que te estás durmiendo

Comidas que son gin tonics que son cenas y son bien

Sumergir la cabeza en el mar y olvidarse del mundo

Decir algo a la vez que alguien

Discutir. Pero bien. Discutir y reír. 

Despertarse los viernes pensado que "ya es viernes!”

Barbaridades dichas con gracia

Lisboa

La Marsellesa

Recuperar año tras año esa chaqueta que te encanta

Semana Santa en la playa

Abrir la ventanilla y que el viento caliente te de en la cara

Encontrar en un pen drive olvidado, documentos y fotos antiguas

Que acierten cuando te regalan un libro

Roque dando palmas

Martina dando pasos

Dormir bien

Cobrar la primera factura (después de muchos días)

Que algún golfo haya traído croissants para desayunar

Que el señor de gafas oscuras me financie la peluquería y le diga a la recepcionista "esto se lo dejo a Piraña" y la pobre no sepa de quién habla 

La fruta de verano

Ese vértigo que se siente cuando parece que las cosas pueden salir bien

Las historias que cuenta y canta Mark Oliver Everett

HA SIDO UN PLACER

8 años viéndola. 8 años disfrutándola. 8 años de lo mejor y aún más de lo peor de la condición humana entre cigarrillos y copas en despachos.

Recuerdo cuando comenzó. Yo vivía en Madrid, en Ricci 13 y se la recomendé a mi compañero Yoann que en seguida quiso ser como Don Draper. "Como todos, como tantos, como tontos".
El perfecto gentleman. Imposible no enamorarse de esa gomina y esa percha. De esa forma de fumar, de beber y de conquistar a mujeres y a clientes a golpe de sentencias con voz profunda. Pero siempre con un toque de amargor en las palabras o en las intenciones. 
Un poeta bien vestido. O un engreído sin alma. Seguramente ambas.
Yo, en cambio, quería ser Peggy Olsen. Esa secretaria que asciende con sacrificio en un mundo de hombres. Y nadie se lo valorará nunca lo suficiente aunque ella sabe lo buena que es. Cuando empezó a parecérseme demasiado al protagonista masculino y mentor, dejé de querer ser como ninguno. Pasaron a darme sobre todo lástima. Y sin embargo, continué semana tras semana viendo la evolución de esta extraña pareja. Creciendo a cada capítulo. A veces a parte, a veces de la mano. A veces a gritos y otras bailando "My way". Y es entonces, alejándose de toda realidad, dejando de ser por unos instantes esos para ser realmente ellos, cuando nos regalaron algunas de las mejores escenas que he visto en mi vida. 

Varias veces he tenido que parar esta serie en medio de un capítulo para analizar por un momento lo que acababa de suceder. La última hoy, en su despedida. Y es que aunque se le critica que "nunca pasa nada" en esta serie en realidad ocurren demasiadas cosas. Algunas tan pequeñas y sutiles que pasan inadvertidas. Luego todas ellas se alinean en un momento para que la que escribe suelte algún "venga yaaa!" en alto desde la cama, a esas horas en que debería estar ya durmiendo.

Luego soñaba con ideas brillantes. Con campañas, clientes, coches, cuentas, corbatas que se anchean y faldas que se acortan. Con esos personajes de película que componen esta serie. Geniales y necesarios. Algunos de peso, otros fugaces. Pero nada pasa por casualidad aquí y siempre se deja al espectador pensando.

Entiendo que mucha gente no acabe de cogerle el gusto a Mad Men. Puede que no vean más allá de una agencia de publicidad en el Manhattan de los 60, con una estética muy cuidada. Para mí eso son simplemente excusas que dan pie a que se hable de hombres, de Historia, de trabajo, de mujeres, de familia, de dudas, de evolución, de cambio, de creatividad, de frustraciones, de publicidad, de personas y de amor. De todo tipo de amor. Y al fin y al cabo qué es la vida si no todas esas cosas?
Pues Mad Men es eso: Una serie que habla sobre el ser humano, cómo sobrevive y cómo reacciona ante los desplantes de la vida. Es una serie, a mi parecer, muy interesante, que llena y que hace además de cada escena puro arte. 

Lo cierto es que hoy he visto el último aliento de una serie que me ha marcado bastante. Y estoy un poco triste porque no volveré a ver a esos personajes durante un tiempo. Han sido 8 años de frases e imágenes que guardaré en mi memoria y a las que regresaré sin duda. Y me parecerá distinta cada vez. Como cuando lees un libro al cabo de un tiempo y no lo recordabas así. Pero en realidad eres tú quien ha cambiado.

Hoy se ha terminado Mad Men. Y al final resulta que trataba sobre Mad Women. 
Y por encima de todo sobre Mad Love. 

El placer ha sido todo mío.
(Y tiene gracia porque ni si quiera me gusta la Coca Cola...)

 

EL MANDO A DISTANCIA


Ayer alrededor de unas cañas y con un partido de fondo que supimos cómo quedó de milagro, la conversación derivó en representaciones varias sobre cómo se comportan los padres con el mando de la televisión. Los hay que permiten el diálogo, los hay que, si los engañas, consigues salirte con la tuya y ver lo que quieras y lo hay, como el señor de gafas oscuras, que son unos tiranos en el sentido amplio de la palabra.

Recuerdo cuando éramos pequeños y estábamos los tres en el salón. Era más pequeño que ahora (porque en cuanto me fui a estudiar fuera mi madre no tardó ni un mes en decidir añadir mi cuarto para conseguir un espacio amplio ahora que sólo iban a vivir allí dos personas en lugar de cinco). Bueno en realidad pequeña era yo. Manu y Santi estaban en esa edad masculina en la que no se sabe muy bien si son niños, si son hombres o si son una pura hormona andante (ahora que lo pienso creo que se quedan en esa etapa para siempre). La cuestión es que eran como que muy pesados. Siempre pegándose, siempre metiéndose el uno con el otro. Las únicas veces que no discutían era cuando hacían frente común para vacilarme a mí. Y entonces yo lloraba y la pobre señora que ya caleteaba desde su rincón del sofá pasaba del "Estaos quieeeeetos!!!" al "Trataos como amigos por favor!" y luego "PARAAAAAD!" "Se lo voy a decir a vuestro padre cuando venga!"

Y ahí parábamos. La recuerdo indignada. "Es increíble, entra él por la puerta y os ponéis como velas y a mí me tomáis por el pito del sereno!" Y era verdad. Pero también lo es que con los años hemos ido valorando más las decisiones coherentes y razonables de mi madre y tomándonos más por el pito del sereno a mi padre. Karma, supongo.

En aquel salón vi E.T. por primera vez. Manu y Santi alucinaban con que no la hubiese visto aún y se quedaron a verla conmigo. También lo hicieron con Mary Poppins. La vi tantas veces que me bajaban el volumen y yo continuaba los diálogos (Calle del Cerezo número 17...) Y cuando me regalaron Peter Pan no dudaron en criticar su acento y los paletones que tenía por dientes. Daba igual. Yo estaba encantada de que estuviésemos todos en el salón viendo una película juntos. 

Porque esto no era lo común. Porque como digo (y no es que tenga algún tipo trauma por ello) el señor de gafas oscuras es el dueño y señor del mando a distancia y se ve lo que él diga. A veces amaga, porque con los años y los nietos se ha vuelto más blandito y, sobre todo cuando están las nueras o visitas delante, dice "no, no...poned lo que queráis" Pero todos sabemos que no. Poco pide este señor en la vida como para no concederle el placer de poner Barça TV justo después de un partido de su equipo del alma. Aunque haya puesto a caer de un burro a todos y cada uno de los jugadores. "Pero papá, esto es en catalán" "Da igual, yo lo entiendo". Yo miro a la señora que calceta, ella pone lo ojos en blanco y continúa jugando al solitario en el iPad. 

Esta es la escena habitual. Esta es la que representaba yo ayer.
El señor de gafas oscuras tumbado en un sofá meditando mientras dicen sandeces en Telecinco, viendo a "lo más bajo de España, esto es lo que somos!" por televisión y riéndose de la condición humana con cada intervención envenenada. O viendo todos y cada uno de los partidos de fútbol que haya (y son muchos, que tenemos el paquete Total del Plus) Pero si es año de Mundial, tranquilos que le vale el Iraq-Uzbequistán tanto como el Panamá-Ecuador. 
Y mi madre en el otro sofá. En su rincón. Jugando a las cartas por Internet, o al backgammon, o al adictivo Candy Crush...a esta señora le va el juego pero tuvo que decirle a mi hermano si era idiota cuando le preguntó asustado si estaba apostando dinero de verdad. A tanto no llega. Aunque lo que más hace en ese rincón es calcetar, claro.

Cuando aún vivía con ellos (es decir, hace mes y medio) escuchaba un "Santiiii!!" seguido de un gruñido típico del señor de gafas oscuras que suena como "GRNá" y de una carcajada. Esto quiere decir que el susodicho había alargado el brazo izquierdo hasta alcanzar la lana con la que mi madre fabrica maravillas para así no dejarle continuar. Un tocahuevos, vamos. 40 años casados y aún le sigue haciendo gracia. 

Otro de los síntomas de 40 años de convivencia se da cuando le recuerdas al otro algo. Claro que si resulta que es porque el señor de gafas oscuras pone el Canal Pesca y la señora que calceta le dice "Santi, este ya lo vimos, ¿no te acuerdas? es el de la lubina en los fiordos noruegos" pues una no puede hacer otra cosa que alucinar, mirarles atónita mientras ellos siguen con su vida en el microcosmos que han creado en ese salón, levantarse e irse a su cuarto pensando que tal vez el amor es eso: ver juntos capítulos repetidos del Canal Pesca.

 

ALGUNAS PEQUEÑAS COSAS QUE HACEN QUE LA VIDA VALGA LA PENA (VOL XVI)

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Pescar un pez

Las caras de los niños pequeños cuando les acercas un cangrejo

Que un compañero de trabajo te traiga unos folletos dibujados y te diga que "sabía que te iban a gustar"

La vuelta a casa después de haberlo pasado bien de cañas, con la música a todo volumen

Un viaje bien aprovechado

El olor a cerilla 

El hummus

Que un "Cuando puedas llámame" que creías negativo resulte ser para todo lo contrario

La libertad para hacer un poco más el indio que da el disfrazarse en grupo 

Volver de fiesta juntos a casa y arrasar en la cocina

Dar con la tipografía adecuada

Llegar tarde y que Borja me haya recogido y doblado la ropa del tendal

Que Diego me despierte todas las mañanas con un “Buenos días prima” y luego con un “Es tarde Carmela!" cuando se está yendo (y yo hago como que me entero)

Los mensajes con insultos varios separados por puntos del señor de gafas oscuras

Los abanicos

Conocer a alguien y conectar rápido

Estrenar barra de labios Russian red

El sol que refleja en las ventanas del edificio de al lado y se cuela en mi cocina cuando desayuno

Estirar después de hacer ejercicio

Que tu padre te invite a comer rico

Que tu madre te de tuppers ricos 

Atreverse a dar un beso y que te correspondan

Las Cíes desde el Paseo de Alfonso XII 

Ver un cuadro o un dibujo tuyo colgado en una casa

Una manta-oso

Merendar té con miel, limón y galletas

El arte reivindicativo que te remueve la conciencia

Pasear por Londres

Encontrarse sin querer con Vigo street (y hacerse la foto de rigor)

Volver a ver esos leones donde la señora que calceta se subió hace 40 años

Una llamada de esas que cambian la vida (y hacen que te vuelvas de la city y tengas 3 hijos..not bad)

Las canciones con palmas y buenrolleras. Como esta.

O esta. 

ALGUNAS PEQUEÑAS COSAS QUE HACEN QUE LA VIDA VALGA LA PENA (VOL XV)

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No poner el despertador 

Un huevo con dos yemas 

Limpiar las gafas y volver a ver todo claro

Los grelos con chorizo y ajada

Dar un beso a alguien y que huela bien

Una partida de Colonos de Catán

El primer día de moto sin guantes

Reencontrarse con un amigo después de mucho tiempo y que 2 minutos después sea como si os hubieseis visto ayer

Y volver a arreglar el mundo

Bailar con los ojos cerrados. Ese justo momento en el que todo da igual.

-¿Nos vamos a vivir juntos?
-¡Claro!

Por fin encontrar piso

Que la canción que salta tenga la misma duración que el tiempo que te queda corriendo y pensar "Venga, esta a tope"

La combinación Trivial+Copas 

Aventurar que alguna acabará en el tablero. (Y acertar)

Saber la respuesta a una pregunta que parecía imposible  

Mañanas de domingo en la cama con periódicos, iPad, libro y radio

Los sugus de cereza

Acabar una infografía

Que se te caigan las llaves en el portal y un buen vecino las devuelva

Que se te olvide el monedero en un local y un buen ciudadano lo devuelva

Un gif divertido

Ver a alguien esforzándose por hablar en tu idioma

Descubrir una lista guay de Spotify 

Planear el menú del fin de semana cuando le pido a la señora que calceta comida-masa-rica

Que me deje alguna preparada para cuando vuelvo de salir 

Una buena conferencia 

El sushi

Los hermanos Gasol saltando por el balón en el All Star

Que vengan mis tías a comer y mi madre vuelva a ser una hermana 

Seinfeld. Y encontrar el humor en lo cotidiano

Ver las siluetas de las grúas, los barcos y las cíes recortadas cuando atardece en Vigo.

Ponerse esta canción en repeat y creerse un poco "queen of nothing, king of the world"

Y este vídeo: