UNA HISTORIA DE AMOR (3)

No me gusta recibir llamadas de números desconocidos. Antes me alegraba porque podían ser ofertas de trabajo. Ahora me agobio porque seguramente serán trabajo. Algo que tendré que hacer o que aún no he entregado. Pero sigo cogiendo.

"Hola le llamamos de la jefatura de policía"

Entonces una ya se tensa. La policía no me gusta. No es que me haya metido en muchos problemas a lo largo de mi vida...cualquiera diría que me crié en las calles y pasé noches en el calabozo. Nada de eso. Pero sí que he tenido discusiones con ellos. La primera de pequeña, cuando un día de San Juan por aparcar un minuto delante del McDonalds a mi madre la multaron. Ella no se escapó haciendo un Esperanza Aguirre pero se cabreó bastante. Yo me sentí culpable y le pedí al policía que por favor no la pusiese, que fue un momento y que nos íbamos ya a ver las hogueras. Ni caso. Gesto de chulo, mirada al infinito. Lloré y todo. Nada. Luego hubo otras. Todas con idéntico resultado. Intentar razonar con un policía cuando ya ha decidido castigarte es imposible. Entonces lo único que me queda es decirles cosas como "Espero que esté orgulloso de su trabajo señor agente, así da gusto" "Cuidado niña" "No, niña no...esto está mal y usted lo sabe" "Quieres que te explique por qué no te voy a quitar la multa?" "No, quiero que se dediquen a hacer bien su trabajo y dejen a la gente que no hace ningún mal en paz" "Estoy cumpliendo con mi trabajo" "Y yo le felicito por ello, señor agente, es usted el orgullo del Cuerpo" 
Claro que no consigo nada. Ni si quiera quedarme más a gusto porque ellos siguen con su vida y yo sigo con la mía...y con una multa también. Maldiciendo. Aunque hacer frente común contra la policía une mucho. Son fuente de anécdotas y hasta de brindis.

Pero hoy la voz del agente era así como de buenas nuevas. 

- Tenemos tu cartera, nos la trajeron del PortAmérica
- Ah...ya...no contaba con ella. No tengo documentación.
- Pero sí que tienes la tarjeta del gimnasio, te localizamos por ahí. A otra gente la localizamos por Facebook. Es que tenemos muchas carteras.
(manda truco, el gimnasio va a tener una razón de ser y todo)
- Sí, creo que alguna tarjeta de visita también tengo pero lo había dado todo por perdido.
- Pues lo tenemos todo aquí. Incluido el dinero también.
- Cómo? EEEEN SEEERIO?? 
- Sí, sí, has tenido mucha suerte.
(yo en este momento ya lo encontraba muy sexy al chico este)
- Muchas gracias!!!
- Nada, mujer, gracias a ellos que lo trajeron
- De verdad que me ha alegrado el día
- Jaja, bueno, pues aquí te esperamos, cuando quieras pásate a recogerlo.
- Vale guapo!! 

Bueno esta última frase no la dije. Pero qué quieren que les diga, a veces una se enamora del mensajero. Del poli bueno. Del que te busca y te encuentra. 

Qué bien! Ahora PortAmérica ya sólo me debe unos 2 millones de neuronas y estaríamos en paz.