QUERIDO PEDRO

Querido Pedro, 

Cómo te va? Bueno, no sé por qué te lo pregunto si lo sé. Te va bien. Aunque no lo creas, aunque te quejes, te sientas perdido y tengas hasta miedo. Te va bien. Y te irá incluso mejor. Todo esto tenía que pasar. Como todas las cosas en la vida que tienen que pasar y pasan. A veces no entendemos por qué pero a la larga comprendemos que eran todas necesarias. Estás en un momento muy guay, créeme. Que cómo estoy tan segura? Pues porque todos hemos estado ahí. Y todos hemos salido fortalecidos y mejores personas. Aprovéchalo. 

Seguramente no me harás ni caso. A ti las cosas ahora mismo por un oído te entran y por el otro te salen. Y cómo sé esto si a penas te conozco? Pues porque eres, con mucha diferencia, el que peor se porta de tu clase. Sí, sí...no me mires con esa carita. El peor de la clase! Esa que tengo justo debajo de mi ventana y a la que he aprendido a querer y odiar a partes iguales.

Pero cómo es posible que tu nombre retumbe en ese patio de luces tantísimas veces en una sola mañana? No me lo explico chaval. Qué haces? Tan sumamente cabrito eres? "Pedro atiende!" "Pedro, no!" (este es el hit de moda) "Pedro a recoger" 

Pero te doy la razón en algo, esa cancioncita "A recogeeeer, a ordenaaaar, cada cousa ten o seu lugar" no motiva a nadie. Aunque cada vez que la escucho me recuerda que debería aplicármela.

Ay Pedrito...loca me tienes! Te puedo llamar Pedrito? Yo te entiendo eh? No creas. Entiendo que si el pesado de Roi no para de llorar cuando la profesora os cuenta el cuento (sin mucho xeitiño, todo sea dicho) pues uno no puede concentrarse. Si Aurora es un poco petarda y grita llegando a unos decibelios que ojalá sólo fuesen audibles para perros y mosquitos pero no! Se queda un poquito más abajo para que todos podamos sentir el sufrimiento que le produce que le hayas quitado un juguete o eche de menos a su madre, pues uno tiene que acompañarla o gritar más alto. Creo que es el hilo musical que salta cuando llamas al infierno.


Veo que con Samuel te llevas bien porque es un poco como tú. No tenéis una idea buena. Pero él se porta mejor. Samuel es listo. Las hace pero tú las pagas. Sé un poco más como él, anda. Lo digo por ti eh? Que en el fondo me caes en gracia y quiero que te vaya bien en la vida.

En esta vida tuya en la que está todo por empezar y que hace que nos crucemos sin tú saberlo. Puede que que evoluciones en un niño bueno y aplicado y esto sólo sea una fase. O puede que no, que sigas siendo un pequeño cabrón, que te conviertas en el malote de tu clase e incluso vaciles a los más débiles porque te divierte primero y para conquistar a las Auroras futuras, que sólo piden atención, después. Puede, seguramente, que te arrepientas de estas cosas con los años. O puede que recapacites y acabes siendo un defensor de causas perdidas. Puede que llegues a ser un buen estudiante. O una de esas personas con el don de hacerlo todo en el último minuto y salir siempre airosa. Porque puede que disfrutes de tu adolescencia como el que más. Puede que fumes porros y te pillen. Puede que te emborraches y te quedes dormido en el baño (esto último es más que probable). Puede que sigas tu vida como un chaval más. Puede que te enamores y creas que el mundo se va a acabar si os separáis un minuto. Pero créeme, esos besos portaleros no son amor, son hormonas. Puede que seas un buen niño después de todo. Puede que todo lo que lloras y gritas hoy se convierta en determinación y honestidad mañana. Puede que tengas una vida sencilla. Puede que seas funcionario, abogado o trabajes en un banco. Y puede...puede que un día volvamos a cruzarnos sin habernos visto nunca. Puede que seas el que me da el cambio, al que quiero matar cuando pido un documento en Hacienda y me pone cara de asco, o el que me cede el sitio en el autobús cuando estos veintitantos años que nos separan se hagan muy evidentes.

Puede que seas bueno. O puede que no. Porque de todo tiene que haber en esta vida. Y como nos ha tocado compartirla de cierta manera, por el momento, querido, no me queda otra que aguantarte todas las mañanas.

Así que por el amor de Dios, cállate de una vez, coñe!

LAS COSAS HAY QUE DECIRLAS

"Estamos anulados" dijo mientras su mujer ponía los ojos en blanco.
La teoría de la pérdida total de la libertad cuando te conviertes en padre tiene en Julio su máximo defensor. Es un tipo exagerado donde los haya, que sentencia y vive cada uno de sus argumentos. Si algo le gusta te lo defenderá con su vida, si algo le parece injusto los "Eso no puede ser hombre, basta ya! qué vergüenza!" serán continuos y si odia, lo hace desde las vísceras.
Pero lo cierto es tiene mucha, mucha gracia. Porque, aunque nos pinta un paisaje de la paternidad bastante desolador, los que no tenemos hijos lo escuchamos con lágrimas en los ojos y no de pena precisamente, pero entre risas también, encuentras a otros no-seres asintiendo ante las situaciones descritas por el doctor. "Quien quiera tener hijos, va a tenerlos aunque yo les cuente esto pero las cosas hay que decirlas" Concluye.

Y yo estoy completamente de acuerdo. Las cosas hay que decirlas. La realidad hay que contarla y casi siempre tendemos a definirla como muy cruda.

Las cosas como son. El trabajo no es siempre fácil, la vida en pareja tampoco. La rutina puede ser el peor de tus males y leer las noticias no ayuda. Los niños son niños las 24 horas del día sin descanso los domingos. La edad te hace recuperarte de las juergas peor y toda la mierda que tragas a lo largo de los años en el trabajo puede convertirte en un ser duro, cínico y egoísta. Los sueños la mayoría de las veces se quedan en eso porque no tienes ni las fuerzas ni las ganas suficientes para cumplirlos. Nos acomodamos y nos quejamos. Pasarás mucho más tiempo con gente que no te importa y no te aporta lo más mínimo que con la que quieres...y podría seguir. Porque hay que decir estas cosas, no?

De acuerdo. Pero entonces háganme el favor de decir las otras realidades también. Las realidades como que agradeces que al llegar a casa haya alguien para escucharte o aguantar tus enfados. Para animarte cuando lo necesitas, para apoyarte en todo lo que hagas y que te apetece querer. Dime que si tu hijo no se duerme y tú tampoco, lo quieres matar, de verdad, pero que esa sonrisa sin dientes consigue sacar la más genuina de las tuyas. Dime cómo estás de contento cuando las cosas salen bien en el trabajo, cuando te dan una palmadita en la espalda o cuando recibes ayuda de alguien que no tenía por qué hacerlo. Dime cómo te gusta que esa compañera siempre intente hacer las cosas bien y con una sonrisa "Pero es que tiene que hacerlo" No. Dime que admiras cómo tu amiga saca fuerzas de donde tú no las tienes para salir adelante. O mejor, no me lo digas a mí, díselo a ella. Dile a tu madre que no sabes cómo lo hace para tener siempre esos detalles. "Pero ya lo sabe" Claro, sabe que agradeces todos sus sacrificios. Pero díselo. Dile a tu padre que a pesar de lo chapas que puede llegar a ser con sus charlas, en el fondo las necesitas. Coméntale a tu hermano que no se preocupe, que aunque ya lo habrías asesinado varias veces, le vas a querer siempre. Porque lo sabe. Pero todos necesitamos una confirmación. Como ese mensaje que te llega cuando compras un billete de avión por internet y te dice que todo ha ido bien. Necesitamos ese mensaje para volver a respirar y nos viene guay que nos digan estas cosas porque son un extra de oxígeno. Para seguir viviendo en la cruda realidad.

Y es que el de arriba también comentó que el cuerpo humano estaba hecho para vivir 30 años. Que luego estamos aquí de regalo.
Ay, pero si me quedan 3 años nada más! - pienso
El lado más oscuro de mi ser, ese que se pregunta qué pasaría si me fuese mañana mismo, empieza a funcionar. No es miedo, es "Qué dejaría...y la gente a mi alrededor? Tendrán claro que...? claro por eso no te puedes enfadar con alguien mucho tiempo porque luego qué? imagínate...Y no le dijiste aquello...Qué pena no haber hecho tal...o cual incluso..." Llegados a este punto de absurdo, vuelvo a mi ser, en la tierra, en una mesa con la mejor compañía y la mejor de las cenas y caigo en la cuenta de que tengo todo lo que se necesita para hacer todas esas cosas y más.

Pero lo cierto es que la vida te cambia en un instante y la gente se muere. (Qué positiva oiga! Cómo se nota que mañana es lunes) Pero es verdad! Se fue Luis Aragonés, un tipo al que le debo una de las alegrías más irracionales y geniales de mi vida y leo a todo el mundo dedicándole unas palabras. Entonces no puedo evitar pensar en si todos esos pupilos que le llaman Mister y dicen respetarlo y hasta quererlo, se lo habrán dicho lo suficiente en vida. No es que todos seamos buenos cuando nos vamos, ni mucho menos pero ¿hay que dejar un hueco en el planeta para que te recuerden que no lo hiciste tan mal?

Y luego se muere Philip Seymour Hoffman, un actor que sólo estuvo por aquí 16 años más de los que nos tocan pero que, al parecer, decidió vivirlos intensamente. Y mientras veo El lobo de Wall Street pienso en esa vida de exceso, de drogas, de dinero y de poner el cuerpo al límite que vivieron los que se dedicaron a vender un mundo mejor sabiendo que sólo ellos iban a disfrutarlo. Pienso en qué preferiría yo, 50 años salvajemente o 100 mediocremente. Y me contesto que lo que tengo es la vida que me ha tocado y gracias. Muchas gracias!

Además pienso que aún no me he convertido en uno de esos seres anulados que sonreían arriba y, por lo tanto, aún tomo yo las decisiones sin tener que pensar en otro ser. Pienso que no sé muy bien dónde estoy ni a dónde voy pero algunas cosas sí que se van teniendo claras. Lo que quiero y, sobre todo, lo que no quiero.

No quiero irme sin haber dicho las cosas. Las malas, claro, pero las buenas también.

Pues empieza ya.

Vale.
Mañana vuelvo a la cruda realidad que sabe a café con poco azúcar pero tengo trabajo, tengo una madre que me deja la fiambrera en la puerta y tengo, en general, mucha, mucha suerte.
(menos con lo de perder las cosas...pero eso es ya otro tema)