Según Wikipedia (que es como ese amigo adelantadillo que a tu madre no le gusta un pelo y te dice que no te fíes pero tú bien sea por llevar la contraria o porque te fascina, haces caso omiso a la advertencia) el aplauso es "principalmente la expresión de aprobación mediante palmadas, para crear ruido".
Es un gesto simple pero poderoso. Algo por lo que matan los artistas. El reconocimiento a un trabajo bien hecho.
Investigando más en profundidad (un doble click) el fenómeno aplausístico, encuentro que el más largo de la historia lo recibió Luciano Pavarotti, ese hombre al que sólo por su versión de Nessun Dorma, hay que querer. Fue en 1988 en la Ópera de Berlín y estuvieron 1 hora y 7 minutos ovacionándole. Y es aquí donde surgen una serie de preguntas: Y si tenías reserva para cenar? Y si te entran ganas de ir al excusado? Se hacen turnos? "tranquilo, yo sigo" Qué se te pasa por la mente cuando llevas 37 minutos aplaudiendo? Había algún tipo de ritmo? Hubo algún momento en el que pareció decaer, pero sólo fue un espejismo? No se iba vaciando el recinto? No entraron los porteros del teatro a echar a esos tarados "por favor, señor, ¡deje de aplaudir!"? Tan bien lo hizo? y, sobre todo...Quién dio la ultima palmada?
Yo no recuerdo haber conseguido nunca un aplauso al margen de las obras de teatro del colegio, o los premios de pintura, o el discurso de final de curso. Quiero decir que nunca he recibido uno de los grandes. De los de película. Después del speech, después de una gran frase, seguida de una gran sentencia y de una gran moraleja, allí al fondo, una persona de entre el público se levanta y asintiendo, con gesto de "me has abierto los ojos" empieza a aplaudir espaciando cada palmada. Y todo el mundo se gira. Pero de pronto otro se levanta también y hace lo propio. Y otros dos más con algún "sí señor" acompañando el aplauso. Y la cámara enfoca al autor del discurso que parece haberse ido creciendo y con un gesto de orgullo pero que denota humildad (sí, este gesto es posible en Hollywood) se sienta, mientras un público entregado lo ovaciona.
De estos, no he tenido ninguno.
Sin embargo soy muy dada al aplauso irónico. Un arma afilada si se emplea en el lugar y tiempo oportuno que se torna en tu contra y ridiculiza al ridiculizador si se abusa de ella.
He recibido muchos de estos. Por qué? Pues porque soy (y me ha costado mucho tiempo asumirlo) TORPE y descoordinada, manazas y sparring a tiempo completo de pomos, esquinas de mesa y marcos de puerta. Podría considerarme una gran actriz, si no fuera porque el papel que desempeño es el de "migo misma". Después de estas actuaciones consigo arrancar de mi público todo tipo de reacciones: risotada, empatía, absoluta indiferencia o cabreo (en esto la exclusiva la tienen el jefe y mi hermano). Este último también es muy dado al "Bien, Carmen" plas, plas, plas (genial onomatopeya, he de decir) después de alguna de mis preguntas/comentarios/coñas absurdas. Ese aplauso irónico es el que más duele y el que más ansío devolver.
Todo esto viene porque el otro día mi abuela me pidió que dijese unas palabras por estar todos reunidos. Yo, ante un encargo de tal categoría de la Jefa me lancé al vacío...y cuando no supe cómo terminar, pedí un apláuso para esa señora de 93 años de la que germinamos. Recibí críticas sobre lo fácil del recurso...pero qué quieren...un aplauso siempre es un buen final.
Ovación y palmas
P.D. Nunca he sabido silbar como se hace en medio de un aplauso multitudinario, pero sí que se me escapa algún comentario del estilo: "eres grande" "te queremos" o "me inspiras".
Lo siento profundamente.