Vivimos en la cultura del esfuerzo. Esfuérzate y todo irá bien. Dalo todo. Todo. Hasta que no puedas más. Sólo entonces sabrás que, aunque no ganes, no habrá sido fallo tuyo.
Recuerdo que en el colegio había un apartado en todas las asignaturas que ponía "esfuerzo". Ahí podías destacar o no. Yo era muy aplicada y siempre creí que había que darlo todo y más. Hasta que crecí. Entonces empecé a sospechar de la cultura del esfuerzo.
No digo que no haya que hacer los trabajos bien, que no haya que esforzarse en las relaciones personales, que no haya que darlo todo por tu equipo. Digo que hay que hacerlo hasta que deje de compensarte. No es egoísmo. Es supervivencia.
Me contaba mi primo Álvaro que él se mataba en el campo. Iba siempre a los entrenamientos y lo daba todo. Había otros muchos que no lo hacían, su esfuerzo era mucho menor. Pero a él le compensaba. Hasta que dejó de hacerlo. Empezó a pensar en él. Durante mucho tiempo no lo había hecho. Y, para alegría de su futura mujer, dejó el futbol amateur y ahora sólo disfruta con el que de verdad le apetece.
Hay que poner las cosas en una balanza. Hasta qué punto quiero seguir así? Me compensa seguir así? Si cambia algo...entonces valdrá la pena el esfuerzo?
El esfuerzo es algo que haces por una recompensa. Más sueldo, más reconocimiento, que te devuelvan lo que das, o, simplemente, sentirte mejor. Quererte más.
Una amiga no pasó en una oposición. Aunque en realidad sí, pero por cosas de este sistema donde durante tanto tiempo tanta gente quiso ser funcionario, se quedó fuera. A ella le digo que tiene que seguir intentándolo porque se quedó a un paso. A por todas. Otra llevaba muchos meses sin ver a su pareja. Ambos decidieron esforzarse por una relación porque les compensa. Y viendo las fotos del reencuentro, no me cabe la menor duda de que valió la pena. Y sigue valiéndola. Sin embargo, cuando otra dejó su trabajo no pude más que darle la enhorabuena. Llevaba mucho tiempo amargada. Aquello no era cuestión de esforzarse más, era sufrir por algo que no vale la pena. Así que nos juntamos todas un lunes de cañas para celebrar. Como si de la canción de Amaral se tratase.
...algunas con dudas, otras con certezas. En algunos casos merece la pena seguir. En otros no. Y cuando llegas a esa conclusión, te sacas un gran peso de encima.
Yo creo que mientras te compense luchar por unas buenas notas porque el orgullo que te reportan es infinito, mientras te compense seguir estudiando para sacarte esa oposición, mientras te compense seguir aguantando a tu jefe porque crees que, a pesar de todo, estás aprendiendo y creciendo en ese trabajo, mientras te compensen los dolores del día después del partido a pesar de que cada patada te duele como cuatro...adelante! Ahora, en el momento en el que algo o alguien te suponga mucho más esfuerzo y sufrimiento de lo que te aporta, entonces hay que "partir peras" como dice mi amigo Juan, y seguir adelante.
Se acabó. No lo intento más.
No es debilidad. No es egoísmo. Es supervivencia. Es querer ser feliz.