En Madrid está lloviendo y todo sigue como siempre.
Parece que la suerte no está de mi parte últimamente (que no quiere decir que me considere desafortunada). Pero perder el móvil de forma absurda se añade a la lista de pequeñas cosas que hacen que todo se haga un poco más cuesta arriba.
Me he quedado sin amigos.
A partir de pasado, cuando espero tener nuevo celular por arte y gracia del padre que me aguanta, los mensajes firmados por favor.
Por lo demás la vida sigue igual, aunque he descubierto que:
- Con un poco de voluntad (o muchísima) Se puede enderezar un día que no podía haber empezado peor.
- Llamar desde una cabina sale por un ojo de la cara (no entiendo cómo sigue habiendo tantas)
- Y si fuese universitario (que no universitaria), me metería en la tuna, vaya troupe!