De cuando las faldas empezaron a acortarse vol VII.
Las niñas, cuanto más crecen más difíciles son de dibujar (comentario del colectivo paternal y fraternal: y de aguantar!)
No puedo evitar echar la vista atrás y recordar la etapa del colegio con nostalgia y como una de las más felices de mi vida (como si hubiese tenido muchas)
Lo que me hace gracia es ver cómo mi memoria se vuelve selectiva y se acuerda sólo de lo que a ella le conviene, de los buenos momentos. Aunque más que momentos son sensaciones.
Sólo puedo decir "Qué bien me lo pasé en el colegio" Concretamente en el 2º de los 3 por los que pasé (y no, no tengo un pasado conflictivo) Pero es que el Niño Jesús de Praga aunque pequeño y sin instalaciones, me dio todo lo que necesitaba y más. Una clase dominada por las niñas, unos profesores que ya no se encuentran, de esos que saben algo más que tu nombre, preocupados y con vocación, una serie de enseñanzas que no se olvidan como que "Un pronome persoal átono nunca pode encabezar unha oración", son masculinos "Cal, cárcere, costume, couce, cume..." reglas nemotécnicas y una inevitable tendencia a decir las capitales de los países y los ríos de las rías nada más escucharlos (Ribadeo...Eo!...esa es muy recurrente) Pero sobre todo me dio a las que hoy día todavía son mis amigas y cientos de anécdotas que compartir y recordar con ellas cuando vuelvo a Vigo Con una caña o dos...o tres.
Que no puedo estar más agradecida a ese colegio y no puedo para de reírme al pensar en las tonterías que hacíamos a los 13 años. Entre ellas, la clásica subida de falda., los pitillos a escondidas, el encuentro con los niños de Jesuitas o el mítico sábado de Burger. Esa serie de acontecimientos que marcan tu adolescencia.
Qué edad más complicada! Y a pesar de todo, a día de hoy, el recuerdo no puede ser mejor.