Todo empezó cuando alguien me dijo que creía que unos amigos iban a volver. Yo le pregunté si se alegraba y me contestó que mucho. Porque le gustaba mucho ella y le gustaba mucho su amigo...pero que sobre todo era muy fan de los dos juntos.
Me gustan las segundas oportunidades. Me gusta saber que hagas lo que hagas, aunque te equivoques, no pasa nada. Tienes otra oportunidad. Seguramente por eso escribo con portaminas. Y seguramente por eso se me da tan sumamente mal lo de escoger en el menú de un restaurante y casi siempre acabo copiando a alguien. Al menos si nos equivocamos tendremos el consuelo mutuo de ser dos idiotas y no sólo uno.
Poder borrar. Supongo que es eso. Pero muchas veces no hay Control + Z en la vida. Es esto o lo otro. O lo de más allá. Y no hay vuelta atrás. Habrá otros "estos" y otros "lo otro" pero nunca serán "aquellos". Se trata de ir cogiendo trenes, no? que esa metáfora le encanta a todo el mundo. Bueno pues a los que se empeñan en decir que es bonito les recomiendo el viaje en Alvia Madrid-Vigo, sobre todo las últimas dos horas, desde Ourense a 83 km por hora.
Pero en realidad todo gira en torno al miedo. El miedo al error y al fracaso. Y tiene coña porque una de mis citas preferidas es "Fail, fail again, fail better" que viene traduciéndose por un "Falla, falla otra vez, falla mejor". (Hay quien dirá que significa "fracasar" pero es una palabro demasiado duro a mi parecer) Puedes equivocarte, puedes errar todas las veces que quieras pero no debes sentirlo como un fracaso.
Pero esto iba de segundas oportunidades, no? De que creo firmemente en ellas.
Creo en dársela a ese libro con el que te atascaste, a esa serie que no te enganchó pero que tanto te recomendaron, a aquel jersey que te regaló tu madre y que no te convencía demasiado pero que te acaba encantando y a esa persona que te decepcionó o incluso te hizo daño. Y creo que hasta los más malos malísimos, esos que se merecen ir a la cárcel, deben pasar por ella como un sistema de reinserción social y no como un mero castigo.
Creo que la gente cambia y que cada día es una oportunidad para ser mejor. Aunque después de escribir esto me he planteado seriamente llamar a un exorcista pues creo que me ha absorbido el espíritu de Paulo Coelho. Pero no creo en los ultimátums. Ni creo que mi yo de ayer tenga la razón absoluta sobre todo y, por lo tanto, puede que me haya equivocado.
Creo en las segundas oportunidades. Y punto.
Hoy he visto cómo una jueza le decía a al preso si se acordaba de ella, de la escuela. He visto como éste se derrumbaba al reconocer a la niña con la que solía jugar al fútbol y ahora estaba en el estrado mirándole entre decepcionada y triste. He visto cómo ella le decía que sentía muchísimo verle en esa situación y que esperaba de corazón volviese a coger el rumbo de su vida. Y lo cierto es que me la creí. Y puede que él también.